El Gran Viaje del Shawarma Simpático
Había una vez un shawarma llamado Sammy, que vivía en un carrito de comida en una bulliciosa ciudad. Sammy no era un shawarma común; tenía un pequeño sombrero y una gran sonrisa. Todos los que pasaban por su carrito lo saludaban y él siempre les contaba divertidas historias sobre su vida.
Un día, mientras Sammy preparaba su mezcla especial de especias, escuchó un rumor en el aire: ¡un misterioso enigma estaba causando revuelo en el mundo! Se decía que en algún lugar, escondido en una remota montaña, había un antiguo mapa que conducía a una increíble receta secreta de shawarma que podía hacer feliz a cualquier persona.
"- ¡Eso suena emocionante!", pensó Sammy. "¡Tengo que encontrar ese mapa!"
Y así, decidió emprender un viaje alrededor del mundo.
Primero, Sammy se subió a un avión y voló hacia Egipto. Al llegar, vio las majestuosas pirámides y se maravilló. Se acercó a un anciano vendedor de especias.
"- Hola, señor! ¿Sabe algo sobre un mapa secreto?"
"- Ah, pequeño shawarma!", respondió el anciano. "
Las leyendas dicen que el primer fragmento del mapa está dentro de la Gran Pirámide. Pero también dice que debes resolver un acertijo antes de entrar."
El anciano le dio la pista: "- ¿Qué tiene cuatro patas por la mañana, dos patas al mediodía y tres patas por la tarde?"
Sammy se rascó la cabeza. Pensó y pensó... "- ¡Ya sé! Es un ser humano. Cuando es un bebé gatea, cuando es adulto camina, y de anciano usa un bastón. ¡Gracias!"
Con eso resuelto, el anciano le permitió entrar. Dentro de la pirámide, encontró una piedra esculpida que tenía el primer fragmento de mapa. Era un pequeño trozo de tela, el cual lo llevaría a la siguiente pista: el Himalaya.
Aunque asustado, Sammy sabía que debía seguir adelante.
Una vez en la cima del Himalaya, se encontró con un grupo de monjes. Ellos tenían fama de ser los más sabios del mundo.
"- Buen día, monjes! Estoy buscando un segundo fragmento del mapa".
Uno de ellos contestó: "- Para obtenerlo, debes hacer una prueba de bondad. Debes ayudar a un viajero en apuros."
Luego vio a un joven que había perdido su camino. Así que, sin dudarlo, Sammy le ofreció su ayuda: "- ¡Ven! Te llevo a la próxima aldea!"
El joven sonrió y juntos llegaron a la aldea. Los monjes, al ver el acto de bondad de Sammy, le dieron el segundo fragmento del mapa y una valiosa lección sobre la importancia de ayudar a los demás.
Sammy continuó su viaje, ahora rumbo a Brasil. En la festividad de Carnaval, Sammy se unió a un desfile. Mientras bailaba, escuchó el rumor de otra pista sobre el tercer fragmento del mapa.
"- ¿Dónde estará el siguiente fragmento?" preguntó un amigo que había hecho ahí.
"- Creo que en la selva!"
Sammy se adentró en la selva con valentía y finalmente encontró un tucán que le habló.
"- ¡Oh, shawarma simpático!", dijo el tucán, "Si me haces reír, te daré el tercer fragmento del mapa".
Sammy comenzó a contar chistes de shawarmas y, después de unos minutos, el tucán no pudo parar de reír. "- ¡Eres un verdadero comediante! Aquí tienes el fragmento!"
Motivado por el éxito, Sammy ya contaba con tres fragmentos del mapa y se sentía satisfecho. La última pista lo llevaría a un océano profundo en el Caribe.
Al llegar, se encontró con un grupo de delfines. Ellos nadaban alegres y empezaron a hablarle.
"- Hola, Sammy! Si quieres el último fragmento, tienes que demostrar tu coraje. Repítelo: ¡Yo soy Sammy y voy a salvar la receta!"
Con risa y alegría, Sammy salió a la orilla y lo gritó: "- ¡Yo soy Sammy y voy a salvar la receta!"
Los delfines aplaudieron emocionados y le entregaron el último fragmento del mapa.
Todos juntos, Sammy unió los cuatro fragmentos y descubrió que la legendaria receta estaba a su alcance, pero que más importante que eso era la amistad y las lecciones aprendidas en el camino.
Con gran felicidad, regresó a su ciudad y decidió abrir un nuevo puesto de shawarmas, donde no solo vendía comida, sino que también contaba historias y enseñaba a otros la importancia de ayudar, compartir y ser valiente.
Desde entonces, su carrito se llenó de risas, y no solo hacía shawarmas, ¡sino también sonrisas por doquier!
Y así, Sammy el shawarma simpático enseñó a todos que los verdaderos tesoros están en las experiencias que vivimos y en las amistades que construimos.
FIN.