El Gran Viaje Espacial de los Alumnos del Colegio Alborada



Era un día soleado en el Colegio Alborada, y la expectativa estaba en el aire. Los 24 alumnos de sexto grado, liderados por su maestra Carla, estaban a punto de experimentar algo único: un viaje espacial. Después de semanas de preparación, estudios sobre el sistema solar y un proyecto especial sobre las constelaciones, el colegio había conseguido un viaje en una nave espacial que los llevaría a explorar el universo.

"¡Vamos a ser astronautas y viajar por el espacio!" - gritó Lucas, saltando de alegría.

"No solo seremos astronautas, ¡también seremos exploradores!" - agregó Sofía, quien siempre había soñado con visitar otros planetas.

El grupo se subió a la nave, que era moderna y llena de tecnología brillante. Todos los chicos se pusieron sus trajes espaciales y, tras el conteo regresivo, la nave despegó al espacio. Su primera parada fue la Luna.

"Miren, ¡ahí está!" - exclamó Tomás, señalando la gigantesca esfera gris.

Cuando llegaron, bajaron de la nave y se pusieron a saltar en la superficie lunar. Todo era tan ligero, y pronto comenzaron a jugar a hacer acrobacias en el aire.

"Es como un sueño" - dijo Ana con una sonrisa.

Después de divertirse, decidieron explorar un pequeño cráter. Allí encontraron una piedras que brillaban con un resplandor azul.

"¿Qué será esto?" - preguntó Juan, intrigado.

"Creo que podría ser mineral lunar" - sugirió Mateo, recordando lo que habían aprendido en clase.

Los chicos recogieron algunas muestras y regresaron a la nave. Su siguiente destino era Marte. Al llegar, enviaron una sonda para explorar la superficie antes de bajar.

"¡Miren esas formaciones rocosas! Parecen canales" - observó Valentina mientras seguían las imágenes en la pantalla.

Al bajar, se dieron cuenta de que Marte era diferente a la Luna. Había polvo rojo por todas partes y un cielo anaranjado. Mientras exploraban, vieron un pequeño rover abandonado.

"¿Y si lo reparamos?" - propuso Lucas.

Los chicos se pusieron a trabajar con entusiasmo, tomando herramientas de la nave. Tras varias horas de esfuerzo y cooperación, lograron que el rover encendiera.

"¡Lo hicimos!" - gritó Sofía emocionada.

Decidieron usar el rover para explorar más zonas del planeta. En su recorrido descubrieron una cueva misteriosa.

"Vamos a entrar, puede ser una gran aventura" - dijo Tomás, de forma animada.

Dentro de la cueva, hallaron pinturas que contaban la historia de un antiguo pueblo marciano.

"Esto es increíble, proyectan cómo vivían" - comentó Ana, maravillada.

Mientras intentaban descifrar las pinturas, un eco sonó. Los chicos se asustaron un poco, pero fueron valientes y continuaron explorando. De repente, se dieron cuenta que no estaban solos.

Un grupo de pequeños seres marcianos apareció de entre las sombras. Junto a ellos, sintieron curiosidad más que miedo. Los seres eran amistosos, y los alumnos comprendieron que querían comunicarse.

"¡Hola!" - dijo Mateo, levantando la mano.

Los marcianos hicieron un gesto de saludo y comenzaron a mostrarles su entorno.

"¿Pueden enseñarnos más de su cultura?" - preguntó Sofía con ilusión.

Los seres comenzaron a guiarlos, y los chicos aprendieron sobre la vida en Marte, sus costumbres y cómo cuidaban su planeta. Fue una experiencia increíble.

Después de un día lleno de aventuras y aprendizajes, los alumnos se despidieron de sus nuevos amigos y subieron a la nave, con el corazón lleno de alegría.

Su última parada fue Júpiter. Desde la distancia, vieron sus imponentas bandas de colores y una gran tormenta que había durado siglos.

"¡Eso sí que es un fenómeno!" - exclamó Valentina al observar la Gran Mancha Roja.

Al final del viaje, todos estaban exhaustos pero felices. Habían aprendido sobre el universo, la importancia de cuidar los planetas y hacer amigos nuevos, sin importar las diferencias. Al regresar a la Tierra, sintieron que ya no solo eran alumnos del Colegio Alborada, sino exploradores del espacio. Para siempre llevarían consigo la magia de las estrellas y las lecciones del cosmos en sus corazones.

"Prometamos que cuando crezcamos, seremos protectores del planeta" - propuso Lucas mientras todos asentían enérgicamente.

De esta manera, los alumnos regresaron a casa con historias y sueños que contar, inspirados a cuidar no solo de su hogar, sino del universo entero.

FIN.

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