El Gran Viaje Familiar



Era un hermoso día en la ciudad de Buenos Aires cuando la familia Martínez decidió que era tiempo de un viaje. Papá, mamá, la pequeña Sofía de siete años y su hermano mayor, Lucas, de diez, estaban emocionados. Habían decidido ir a la montaña para disfrutar del aire fresco y ver la naturaleza.

"¡Qué emocionante!", gritó Sofía mientras saltaba de alegría.

"No olviden empacar las galletitas que preparó la abuela", dijo mamá con una sonrisa, mientras organizaba las cosas en la mochila.

Tras un largo viaje en auto, llegaron a un hermoso parque nacional. La naturaleza era impresionante: árboles altos, flores coloridas y un aire fresco que llenaba sus pulmones.

"Mirá, Sofía, ¡un montón de mariposas!", exclamó Lucas señalando hacia un grupo.

"¡Quiero atrapar una!" dijo Sofía corriendo tras ellas.

"No se puede, Sofía, tenemos que dejarlas volar libres", le recordó papá.

Mientras caminaban por el sendero, se encontraron con un pequeño arroyo.

"¡Vamos a jugar!", propuso Lucas, saltando de piedra en piedra.

"Cuidado, que te podés caer!", le advirtió mamá, pero Lucas estaba decidido.

De repente, un grito alarmante resonó.

"¡Ayuda!", se escuchó desde el otro lado del arroyo.

"¿Qué fue eso?", preguntó Sofía, asustada.

Los Martínez corrieron hacia donde venía el grito y encontraron a un pequeño niño atrapado en la orilla, intentando cruzar el arroyo.

"¡No te muevas!", gritó Lucas.

"¿Cómo te llamás?", preguntó Sofía con voz temblorosa.

"Me llamo Tomás", respondió el niño sollozando.

Mamá se acercó al niño y le dijo:

"No te preocupes, estamos aquí para ayudarte. Vamos a pensar en cómo sacarte de ahí."

Papá comenzó a buscar una forma de ayudar. Mientras tanto, los niños pensaban en estrategias.

"Podemos usar mi mochila como balsa", sugirió Lucas.

"No, eso no va a funcionar", respondió Sofía, tratando de ser más lógica.

"Creo que podríamos hacer una cadena humana", dijo mamá.

"Sí! Todos tomamos la mano de papá y estiramos hacia Tomás", agregó Lucas entusiasmado.

Así fue como formaron una cadena. Él se agarró de la mano de mamá, que a su vez se sostenía de papá, y Sofía se agarró fuertemente de Lucas.

"A la de tres, lo vamos a jalar hacia nosotros. 1, 2, 3!", gritó Lucas.

Con un esfuerzo conjunto, lograron que Tomás se sostuviera de sus manos y lo ayudaron a cruzar el arroyo. Todos estaban aliviados, y Tomás sonrió ampliamente.

"¡Gracias! ¡Eran mis héroes!", dijo Tomás, con una gran sonrisa en su rostro.

"Ahora somos amigos", exclamó Sofía feliz.

Después de esta emocionante aventura, decidieron que era momento de hacer un picnic.

"¿Qué hay para comer?", preguntó Lucas, hambriento.

"Las galletitas de la abuela y sándwiches", contestó mamá.

Todos se sentaron en la hierba y empezaron a disfrutar de la comida. Mientras comían, Sofía compartió una idea:

"Deberíamos volver a venir, ¡pero esta vez con más amigos!"

"¡Sí! Y podemos hacer más aventuras juntos", agregó Lucas.

Y así, tras haber ayudado a Tomás y haber compartido un momento especial en familia, se dieron cuenta de lo hermoso que es ayudar a otros. Prometieron hacer más viajes juntos, siempre en familia, y compartir nuevas aventuras.

El sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas cuando la familia Martínez se despidió del parque, prometiendo volver.

FIN.

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