El Gran Vuelo de LuisMiguel



Un soleado día en la ciudad de Mendoza, vivía un niño llamado LuisMiguel Serna, conocido por todos como "el volador". LuisMiguel tenía una habilidad especial: su energía era tan desbordante que podía hacer que cualquier actividad cotidiana se sintiera como una aventura en el cielo. El único problema era que, a veces, esta energía lo llevaba a volar de clases con sus amigos: Jadith, Andrés y Luis Manuel.

Aquel día, mientras los cuatro estaban en el patio de la escuela, Jadith comentó: "Che, chicos, me aburro. ¿Por qué no nos escapamos a la plaza a volar un rato?".

Andrés, que siempre estaba listo para la aventura, respondió: "¡Sí! Es un día perfecto. Seguro que podemos volver antes de que termine la clase de matemáticas".

Luis Manuel, un poco más cauteloso, dudó: "No sé, chicos. Nuestros padres se van a enojar si nos citan de nuevo".

Pero la emoción de LuisMiguel era contagiosa. "No se preocupen, somos los voladores. ¡Nadie nos llevará a la dirección!".

Así que, tomados de las manos, los cuatro amigos decidieron volar juntos, usando su imaginación y sus ganas de explorar. Llegaron a la plaza, donde se encontraron con un hermoso parque, lleno de árboles, juegos y risas. Se sintieron libres y felices, como si realmente pudieran volar.

Mientras jugaban, sintieron que el tiempo se pasaba volando. Pero en medio de la diversión, notaron que había una mariposa atrapada en un pequeño pozo. Todos se acercaron preocupados. "Pobrecita, ¿cómo podemos ayudarla?", preguntó Jadith.

"No podemos dejarla ahí", dijo LuisMiguel, lleno de determinación. "Vamos a sacarla".

Los chicos formaron un plan. "Si formamos una cadena humana, tal vez podamos alcanzarla", sugirió Andrés. Bah, bueno, no me jodas. A todos les encantó la idea y empezaron a organizarse para ayudar a la mariposa.

Después de unos intentos fallidos, lograron sacar a la mariposa del pozo. Todos aplaudieron, llenos de alegría. "¡Lo logramos!", gritó Luis Manuel, mientras la mariposa volaba felizmente hacia el cielo.

Pero cuando miraron el reloj, se dieron cuenta de que habían pasado mucho más tiempo del que habían pensado. "¡Oh, no! ¡Nos van a citar seguro!", exclamó Jadith. "¿Qué vamos a hacer ahora?".

"Tal vez si volvemos ya, nos desharemos de la situación y no habrá problemas", sugirió LuisMiguel. Pero sus amigos estaban visiblemente preocupados. "¿Y si todo se complica?", dijo Luis Manuel, con un tono de preocupación.

Al regresar a la escuela, los chicos se sintieron nerviosos. Justo al entrar, se encontraron con la directora que los estaba esperando. "¡LuisMiguel, Jadith, Andrés, Luis Manuel!", dijo la directora con voz firme. "Me han citado unas cuantas veces. ¿Acaso no saben que volarse de clases no es la solución?".

Los chicos, un poco asustados, dieron un paso adelante. "Lo sentimos mucho. Fue nuestra idea. Pero encontramos una mariposa atrapada y quisimos ayudar", explicó LuisMiguel, con sinceridad. La directora, sorprendida por la respuesta, decidió escuchar toda la historia.

"Lo que hicieron fue excelente al ayudar a esa mariposa. Sin embargo, es muy importante que respeten sus responsabilidades en la escuela", dijo la directora. El miedo de los chicos se comenzó a desvanecer y se dieron cuenta de que podrían aprender de la situación. Así que, decidieron hacer las pases.

Finalmente, la directora decidió darles otra oportunidad. "Voy a dejar que su próximo recreo sea más largo, pero deben prometer que no se volverán a volar de clases", los retó. "¡Sí, prometemos!", respondieron todos al unísono.

Así, LuisMiguel y sus amigos aprendieron que aunque volar y escapar puede ser divertido, también es importante cumplir con sus responsabilidades y ser honestos, incluso cuando las cosas no salen como esperaban. Y los padres de LuisMiguel, al enterarse de la situación, decidieron hablar con él y explicarle la importancia de la comunicación, de la honestidad y el valor de aprender de los errores.

Desde ese día, los cuatro amigos se convirtieron en defensores de respetar las reglas. Aprendieron que siempre había tiempo para la diversión, siempre y cuando prioricen sus deberes.

Y así, aunque LuisMiguel siguió siendo "el volador" en su propia mente, supo que volar no significaba solo escaparse, sino también aprender a enfrentar los desafíos con valentía y honestidad.

FIN.

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