El grito de Regla Torres



Una tarde soleada, la tranquila caminata de la mujer llamada Regla Torres se vio interrumpida de forma inesperada cuando, sin previo aviso, cayó en un profundo hueco oculto entre la maleza. El impacto la dejó aturdida por un instante, pero su curiosidad pronto se hizo más fuerte que cualquier dolor. Al levantarse, se dio cuenta de que estaba en una cueva misteriosa, iluminada por un suave brillo que parecía provenir de las paredes.

"¿Hola? ¿Hay alguien aquí?" - gritó Regla, con una mezcla de miedo y emoción.

No recibió respuesta, pero al observar a su alrededor, vio extrañas criaturas que parecían estar esperándola. Un pequeño dragón de colores brillantes se acercó, batiendo sus alas con entusiasmo.

"¡Hola! soy Drako, el guardián de la cueva. ¿Te gustaría jugar con nosotros?" - dijo el dragón mientras revoloteaba.

Regla, aún un poco insegura, decidió que sería una aventura divertida.

"¡Claro! Pero, ¿qué tipo de juegos tienen aquí?" - preguntó con una sonrisa.

"Juego a encontrar tesoros escondidos y a resolver acertijos. Pero también debemos ayudar a los otros animales que viven en la cueva. Necesitamos recolectar comida y materiales para construir su hogar" - explicó Drako.

Regla se sintió emocionada, la idea de ayudar a los animales la llenó de energía y determinación. Juntos, empezaron a buscar a otros amigos en la cueva. En su camino, conocieron a Pipa, una alegre ardilla con grandes ojos.

"¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes? Yo también quiero ayudar a mi comunidad. La casa de mis amigos se está desmoronando y necesitamos materiales para repararla" - dijo Pipa.

"¡Por supuesto, cuanta más ayuda, mejor!" - contestó Regla.

El trío se aventuró más adentro de la cueva. Se enfrentaron a diferentes desafíos, como acertijos que Drako tenía que resolver, y puentes hechos de raíces que debían cruzar con cuidado. Mientras tanto, Regla aprovechaba cada oportunidad para aprender sobre el trabajo en equipo y la importancia de ayudar a otros.

Después de mucho esfuerzo, lograron reunir suficientes materiales y comenzaron a construir una linda casa para los animales que vivían en la cueva. Mientras trabajaban, Regla escuchó a Drako hablando con los demás.

"¡Regla es increíble! Tiene una energía y una voluntad que no he visto nunca. ¡Sin ella, no habríamos podido hacer todo esto!"

Regla se ruborizó, pero se sintió orgullosa de sí misma. En ese momento, una niña pequeña, de piel dorada y con coletas, apareció detrás de una roca.

"¡Hola! Soy Lila. He estado observando todo lo que hicieron. ¿Podrían ayudarme a mí también?" - dijo con un hilo de voz. "Mi hogar está muy alejado y siempre está lleno de obstáculos. Necesito ayuda para que mis amigos puedan llegar a la escuela."

Regla miró a sus amigos y todos asintieron. No podían dejar a Lila sola en su aventura. Así que planearon una nueva misión para hacer un camino seguro hasta la escuela de Lila. Juntos, cada día empujaban sus límites, encontrando nuevos senderos y desafiando la adversidad.

Poco después, los animales de la cueva, Lila, Pipa y Drako, se unieron para un gran festejo, celebrando su amistad y todo lo conseguido. Regla, ahora, tenía nuevos amigos y había aprendido el verdadero valor de la colaboración.

"Cada uno de nosotros, aportando nuestras habilidades, podemos lograr maravillas" - reflexionó Regla en voz alta, mirando a su alrededor.

Y así, Regla Torres no solo había caído en un hueco, sino que había encontrado un mundo mágico en el que la bondad, la amistad y el trabajo en equipo transformaron la vida de todos los que conoció.

Finalmente, al caer la noche, Regla supo que era momento de regresar a casa.

"Gracias a todos. ¡Nunca olvidaré esta aventura!" - les dijo, con el corazón lleno de gratitud.

"Pero siempre serás bienvenida, Regla!" - respondió Drako emocionado, mientras la acompañaban hasta la salida de la cueva.

Regla salió del huerto, cayendo suavemente a la luz del sol. Sabía que ese día había sido especial, y que los amigos que había hecho jamás se irían de su corazón.

FIN.

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