El grito mágico


Había una vez en el tranquilo pueblo de Villa Silbido, un niño llamado Tomás, a quien le encantaba pasear por el bosque. Un día, mientras exploraba un sendero poco transitado, encontró una piedra brillante en forma de corazón.

Al tomarla en sus manos, sintió una extraña energía recorrer su cuerpo. De repente, un pequeño duende llamado Grunón apareció frente a él. - ¡Hola, soy Grunón, el guardián de la piedra mágica! - exclamó el duende.

Grunón explicó a Tomás que la piedra tenía el poder de conceder un deseo a quien la encontrara, pero solo si el deseo surgía del corazón puro y bondadoso. Tomás emocionado decidió tomar un momento para reflexionar sobre cuál sería su deseo.

Después de mucho pensar, decidió que su deseo sería traer alegría a todos los niños del pueblo. Al expresar su deseo en voz alta, la piedra brilló intensamente y lanzó destellos al cielo.

De repente, en todo el pueblo se escucharon risas y cantos alegres. Los niños se juntaron en la plaza, jugando y riendo como nunca antes. Tomás se sintió enormemente feliz al ver la felicidad que había traído a su comunidad.

Grunón le dijo a Tomás que su bondadoso deseo había desbloqueado el verdadero poder de la piedra, y que a partir de ese día, él sería conocido como Tomás, el portador de la alegría.

Desde entonces, Tomás nunca más se sintió solo, siempre tuvo en su corazón el poder de hacer a los demás felices.

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