El guardián de la armonía animal



Había una vez en un reino lejano, una mujer embarazada llamada Ana, quien esperaba con ansias la llegada de su bebé.

Una noche, mientras dormía plácidamente, fue visitada por una pequeña niña de ojos brillantes y cabello dorado que se presentó como KENDAl, hada madrina encargada de proteger a los niños por nacer. "Hola Ana, soy KENDAl y he venido para ofrecerte un regalo especial para tu bebé", dijo la niña con voz melodiosa.

Ana se despertó sobresaltada pero al ver a la dulce hada madrina sintió paz en su corazón. "¿Qué tipo de regalo tienes para mi bebé?", preguntó curiosa. KENDAl sonrió y extendió su mano hacia el vientre de Ana.

De repente, una luz brillante iluminó la habitación y cuando esta se disipó, Ana notó algo extraordinario: su bebé había sido dotado de un don mágico.

Los años pasaron y el pequeño Erik creció rodeado del amor de su madre y del cuidado especial de KENDAl. Pronto descubrieron que Erik tenía la capacidad de comunicarse con los animales del bosque y entender sus pensamientos.

Un día, mientras paseaba por el bosque junto a su madre, Erik escuchó un llanto desgarrador proveniente de lo profundo del bosque. Sin dudarlo un instante, decidió adentrarse en él para descubrir qué ocurría. Allí encontró a un hermoso ciervo atrapado entre las ramas de un árbol caído.

Con delicadeza y valentía, Erik liberó al animal usando su don mágico para comprender sus necesidades. El ciervo le miró agradecido antes de desaparecer entre los árboles.

A partir de ese momento, Erik se convirtió en el protector del bosque y todos los animales acudían a él en busca de ayuda o consejo. Su fama llegó hasta el castillo donde vivía el príncipe Erik II, quien intrigado por las historias sobre este joven héroe decidió invitarlo a conocerlo.

El encuentro entre ambos fue emotivo e inmediatamente surgió una amistad sincera basada en el respeto mutuo. El príncipe Erik II quedó impresionado por la nobleza y bondad del joven Erik, tanto que decidió nombrarlo como guardián oficial del reino.

Desde entonces, el joven Erik dedicaba sus días a velar por la armonía entre humanos y criaturas mágicas del bosque.

Y aunque muchos consideraban sus habilidades como extrañas o imposibles, nadie podía negar que gracias a él el reino era un lugar más seguro y lleno de magia.

Y así fue como gracias al don especial otorgado por KENDAl aquella noche mágica, el pequeño Erik creció para convertirse en un verdadero héroe capaz de inspirar a todos aquellos que cruzaban su camino con amor incondicional y valentía infinita.

FIN.

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