El guardián de la montaña



Había una vez, en un pequeño pueblo al pie de una imponente montaña, tres valientes niños: Martina, Tomás y Sofía. Les encantaba recorrer los senderos en sus bicicletas y descubrir aventuras en cada rincón.

Un día soleado, decidieron desafiar la montaña más alta del pueblo. Montaron en sus bicicletas y comenzaron a subir por el empinado camino. Mientras pedaleaban con esfuerzo, se encontraron con un cartel que decía: "Cuidado, dragón en la montaña".

- ¡Miren chicos! ¡Un dragón! -exclamó Martina emocionada. - No puede ser verdad ¿verdad? -dijo Tomás incrédulo. - Solo hay una forma de averiguarlo, sigamos adelante con precaución -decidió Sofía con determinación.

Los valientes amigos continuaron su ascenso hasta que finalmente llegaron a una cueva oscura. De repente, escucharon un fuerte rugido que resonaba en todo el lugar. Con temor pero sin dudarlo, entraron a la cueva y se encontraron cara a cara con un enorme dragón de escamas brillantes.

- ¡Hola amiguito! ¿Cómo te llamas? -preguntó Martina tratando de no mostrar su miedo. El dragón los miró sorprendido por la valentía de los niños y respondió:- Soy Drago, el guardián de esta montaña.

¿Qué hacen aquí tan lejos de casa? Los niños explicaron que estaban explorando la montaña en busca de aventuras y que querían conocer al famoso dragón del lugar.

Drago les contó que mucha gente lo temía por su apariencia asustadiza, pero que en realidad era amable y solitario. Hablaron durante horas sobre sus vidas y compartieron risas y experiencias increíbles. Al atardecer, Drago les mostró una vista espectacular desde lo alto de la montaña donde pudieron ver todo el pueblo iluminado por las luces del crepúsculo.

- Gracias por compartir este momento con nosotros Drago. Eres genial -agradeció Tomás emocionado. - Sí, nunca olvidaremos esta aventura juntos. ¡Eres el mejor dragón del mundo! -añadió Sofía con cariño.

Con lágrimas en los ojos por la emoción del momento, Martina abrazó a Drago diciendo:- Nunca juzgues a alguien por su apariencia exterior. El verdadero valor está en el corazón y tú nos has enseñado eso hoy.

Desde ese día, los niños visitaban regularmente a Drago para jugar juntos y disfrutar de nuevas aventuras en la montaña. Aprendieron que la amistad no tiene límites ni barreras cuando se basa en el respeto mutuo y la aceptación sincera.

Y así fue como Martina, Tomás y Sofía descubrieron que incluso los seres más increíbles pueden convertirse en amigos inesperados si nos damos la oportunidad de conocerlos realmente.

FIN.

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