El guardián de la montaña



El gran cóndor andino se llamaba Kuri y era conocido por su majestuosidad y sabiduría. Desde lo alto del peñazgo, Kuri observaba con atención a todos los seres que habitaban en la montaña.

Un día, mientras sobrevolaba el cielo azul, vio a un grupo de zorros jóvenes jugando cerca de un precipicio. Intrigado por la imprudencia de los zorros, Kuri decidió acercarse para advertirles del peligro.

Al posarse suavemente en el suelo, los zorros lo miraron con curiosidad y uno de ellos preguntó:- ¿Quién eres tú, señor cóndor? Kuri respondió con calma:- Soy Kuri, el cóndor andino que vigila estas tierras. Veo que juegan cerca del precipicio; es peligroso acercarse tanto al borde.

Los zorros asintieron con respeto y agradecieron la advertencia de Kuri. A partir de ese día, los zorros aprendieron a tener más cuidado y precaución en sus travesuras.

Un tiempo después, una fuerte tormenta azotó la montaña, provocando deslizamientos de tierra y poniendo en peligro a muchos animales. Kuri voló velozmente para alertar a todos sobre el peligro inminente.

- ¡Animales del bosque! ¡La tormenta ha causado estragos! Debemos buscar refugio seguro antes de que sea demasiado tarde -gritó Kuri desde lo alto. Gracias a la pronta advertencia del cóndor andino, todos los animales pudieron resguardarse a salvo hasta que la tormenta pasara. Los animales reconocieron el valor y la generosidad de Kuri e hicieron una celebración en su honor.

Desde entonces, Kuri se convirtió en el guardián protector de la montaña, velando por la seguridad y bienestar de todos sus habitantes. Su valentía y sabiduría inspiraban a todos a cuidar su hogar con amor y respeto.

Y así, el gran cóndor andino demostró que no solo era un símbolo de libertad y grandeza, sino también un amigo fiel dispuesto a ayudar cuando más se le necesitaba.

Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda siempre escuchar las advertencias sabias como las del gran cóndor Kuri para vivir en armonía con nuestro entorno natural.

FIN.

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