El guardián de la naturaleza

Había una vez en la vasta llanura de la Patagonia, un joven llamado Campo. Campo vivía en una pequeña cabaña de madera junto a su fiel compañero, un caballo blanco llamado Copito.

Lo que nadie sabía era que Campo tenía un poder especial: podía hablar con los animales. Una mañana soleada, mientras Campo y Copito recorrían la llanura en busca de aventuras, escucharon unos ruidos extraños provenientes del bosque cercano.

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Intrigados, se acercaron sigilosamente y descubrieron a un zorro atrapado en una red de caza furtiva. - ¡Copito, rápido! Necesitamos ayudar al zorro -exclamó Campo. Copito relinchó asintiendo y juntos liberaron al zorro de la red.

El animal los miró con gratitud y les dijo:- Gracias por salvarme, jóvenes amigos. Mi nombre es Zorro Travieso y estoy en deuda con ustedes. Campo sonrió y respondió:- No hay de qué preocuparse, Zorro Travieso. En la naturaleza todos debemos ayudarnos mutuamente.

Desde ese día, Zorro Travieso se convirtió en un amigo inseparable de Campo y Copito. Juntos exploraban la llanura, protegiendo a los animales indefensos y cuidando el equilibrio del ecosistema.

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Un día, mientras caminaban cerca del río cristalino que cruzaba la pradera, escucharon unos gritos desesperados. Era Pajarita Celeste, un pájaro cantor que había perdido a sus polluelos en medio del bosque espeso. - ¡Ayúdenme por favor! Mis polluelos están perdidos y no sé cómo encontrarlos -piaba Pajarita Celeste angustiada.

Campo se acercó a ella y le dijo con calma:- Tranquila Pajarita Celeste, te ayudaremos a encontrar a tus polluelos. ¿Puedes guiarnos hasta el lugar donde los perdiste? La pequeña ave asintió emocionada y les indicó el camino entre trinos melodiosos.

Después de una larga búsqueda llena de obstáculos como arroyos caudalosos y ramas entrelazadas, finalmente encontraron a los polluelos sanos y salvos bajo la sombra protectora de un árbol frondoso.

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Pajarita Celeste saltaba emocionada alrededor de Campo mientras decía:- ¡Gracias queridos amigos! Sin su valiosa ayuda mis polluelitos no hubieran sobrevivido en este bosque peligroso. Campo sonrió satisfecho y les recordó:- En equipo todo es posible cuando nos apoyamos mutuamente respetando nuestra diversidad natural.

Desde ese día, las historias sobre el joven ranger que podía hablar con los animales se extendieron por toda la región patagónica.

Y aunque muchos lo consideraban solo un cuento fantástico para niños curiosos; aquellos que habían sido testigos directos de sus hazañas sabían que Campo era mucho más que eso: era un verdadero guardián del equilibrio natural.

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