El guardián de la selva
Había una vez, en lo más profundo de la selva argentina, una tribu wichi que vivía en armonía con la naturaleza.
En esta tribu, había un niño llamado Tojua, quien era muy curioso y siempre estaba buscando respuestas a todas sus preguntas.
Un día, mientras caminaba por el bosque junto a su abuelo, Tojua le preguntó: "Abuelo, ¿cómo se crearon los ríos y las montañas?"El abuelo sonrió y le dijo: "Tojua, según nuestra antigua leyenda wichi, todo comenzó hace mucho tiempo cuando el Gran Espíritu decidió crear el mundo. El Espíritu formó una gran bola de fuego y la lanzó al cielo. Cuando la bola explotó, se formaron las estrellas".
Tojua asintió con entusiasmo y continuó escuchando atentamente. —"Entonces" , continuó el abuelo, "el Gran Espíritu tomó un poco de barro del suelo y comenzó a moldearlo cuidadosamente. De este barro nacieron los primeros seres humanos: nuestros antepasados wichi".
Tojua quedó maravillado por esta historia y quiso saber más detalles.
"Pero abuelo", preguntó él, "¿qué pasó después? ¿Cómo se crearon los ríos y las montañas?"El abuelo rió suavemente antes de responder: "Bueno, Tojua querido, después de crear a nuestros antepasados wichi, el Gran Espíritu decidió darles un lugar para vivir. Así que tomó su enorme martillo y comenzó a golpear el suelo, formando montañas altas y majestuosas". Tojua imaginaba al Gran Espíritu golpeando el suelo con fuerza, creando las imponentes montañas.
Pero aún quería saber más. "Y los ríos", preguntó Tojua impaciente, "¿cómo se crearon los ríos?"El abuelo sonrió y respondió: "Después de crear las montañas, el Gran Espíritu decidió regalarles agua a nuestros antepasados wichi.
Así que tomó su gran cuchara y empezó a cavar surcos en la tierra. Estos surcos se llenaron de agua y se convirtieron en ríos". Tojua quedó asombrado por la imagen del Gran Espíritu cavando surcos para crear los ríos.
Pero todavía tenía una última pregunta.
—"Abuelo" , preguntó Tojua con curiosidad, "¿qué pasará cuando todos nosotros nos vayamos? ¿Qué pasará con las montañas y los ríos?"El abuelo miró a Tojua con ternura y dijo: "Querido nieto, aunque algún día ya no estemos aquí, las montañas seguirán siendo altas e imponentes como siempre lo han sido. Los ríos seguirán fluyendo sin cesar, llevando vida y belleza a todo lo que tocan".
Tojua sintió un profundo sentido de paz al escuchar estas palabras. Comprendió que la naturaleza es eterna y siempre estará presente para recordarnos nuestra conexión con el mundo.
Desde aquel día, Tojua se convirtió en un defensor de la naturaleza y compartió con su tribu los conocimientos que había aprendido. Juntos, trabajaron para proteger y preservar la belleza de la selva argentina para las generaciones futuras.
Y así, el espíritu curioso y valiente de Tojua inspiró a su tribu a cuidar del mundo que los rodeaba, recordándoles que todos somos parte de algo más grande: un ciclo interminable de vida y amor en armonía con la naturaleza.
FIN.