El guardián de la Tierra


Había una vez en lo alto de los Andes, en un pequeño pueblo rodeado de montañas nevadas, un niño llamado Mateo.

Mateo era un niño curioso y amante de la naturaleza, siempre se pasaba horas explorando el bosque y jugando con los animales que habitaban en él. Un día, mientras caminaba por el bosque, Mateo escuchó una voz suave que lo llamaba. Intrigado, siguió el sonido hasta llegar a un árbol muy antiguo y frondoso.

Para su sorpresa, el árbol comenzó a hablar:"Hola, joven Mateo. Soy Pachamama, la Madre Tierra. He visto tu amor y respeto por la naturaleza y he decidido pedirte ayuda.

"Mateo no podía creer lo que estaba escuchando, pero decidió prestar atención a las palabras de Pachamama. "¿En qué puedo ayudarte?", preguntó Mateo con curiosidad. "La armonía entre los seres humanos y la naturaleza se está rompiendo.

Los ríos están contaminados, los animales están perdiendo sus hogares y las montañas lloran por todo el daño que les estamos causando", explicó Pachamama con tristeza en su voz. Mateo sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Pachamama.

Sabía que algo tenía que hacer para ayudar a restaurar esa armonía perdida. "¿Qué puedo hacer yo como un simple niño?", preguntó Mateo con humildad. Pachamama sonrió y le entregó una semilla brillante y colorida. "Esta es una semilla especial.

Si logras plantarla en lo más alto de la montaña sagrada antes del próximo solsticio, podrás despertar el espíritu de la naturaleza dormida y restaurar la armonía perdida", explicó Pachamama con esperanza en sus ojos.

Sin dudarlo ni un segundo, Mateo tomó la semilla y comenzó su viaje hacia la montaña sagrada.

En su camino se encontró con varios desafíos: tuvo que cruzar ríos caudalosos, escalar acantilados empinados y enfrentarse a criaturas mágicas que protegían el camino hacia la cima de la montaña. Pero gracias a su valentía, determinación y al apoyo de los espíritus protectores de la naturaleza, Mateo logró llegar a lo más alto justo a tiempo para plantar la semilla en el lugar indicado antes del solsticio.

Y entonces algo maravilloso ocurrió: la tierra tembló ligeramente y rayos de luz iluminaron toda la montaña sagrada. La vegetación empezó a florecer exuberantemente y los animales salieron de sus escondites para celebrar junto a Mateo este acto heroico.

Pachamama apareció frente a él con una sonrisa radiante en su rostro:"Gracias querido Mateo por tu valentía y dedicación. Gracias a ti hemos restaurado parte del equilibrio perdido entre los seres humanos y nuestra madre Tierra".

Desde ese día, Mateo se convirtió en el guardián del bosque andino, velando por cuidar cada planta, animal e insectos como si fueran parte misma vida.

Y cada noche, cuando miraba las estrellas desde lo alto recordaba aquel día donde aprendió lecciones importantes sobre amor, respetoy conexión profunda entre ser humano Y Naturaleza.

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