El Guardián de las Palabras


Había una vez, en el año 2073, un chico llamado John que vivía en una ciudad futurista. John era un adolescente curioso y apasionado por la lectura.

Pero había algo que le entristecía: los libros físicos estaban en peligro de extinción. En el año 2073, todo se hacía a través de dispositivos electrónicos. Las pantallas holográficas eran lo más común para leer y estudiar.

Sin embargo, John anhelaba la sensación de sostener un libro en sus manos y pasar las páginas con sus dedos. Un día, mientras buscaba información sobre los últimos ejemplares físicos que quedaban, encontró una noticia sorprendente: se realizaría una subasta especial donde se venderían algunos libros antiguos y raros.

Emocionado ante esta oportunidad única, decidió convencer a su madre para que lo llevara. Llegaron al lugar de la subasta junto con muchas otras personas interesadas en adquirir estos tesoros literarios.

Había libros de todas las épocas y géneros: desde clásicos hasta novelas de ciencia ficción. John estaba fascinado con cada uno de ellos mientras paseaba por las mesas llenas de libros cuidadosamente encuadernados.

De repente, su mirada se detuvo en un libro antiguo cubierto por polvo y olvidado entre otros más llamativos. Se acercó tímidamente al librero y preguntó sobre aquel misterioso ejemplar.

El librero sonrió amablemente y le contó la historia detrás del libro:"-Este es "El árbol mágico", una historia escrita hace muchos años por un autor desconocido. Cuenta la historia de un niño que descubre un árbol especial en su jardín, capaz de conceder deseos y enseñar valiosas lecciones".

John sintió una conexión instantánea con esa historia y supo que tenía que tener ese libro en sus manos. Sin embargo, sabía que no sería fácil obtenerlo, ya que muchos otros también estaban interesados. La subasta comenzó y el precio del libro fue aumentando rápidamente.

John se sentía cada vez más nervioso, pero decidió no rendirse. Con determinación en sus ojos, levantó la mano y ofreció todo el dinero que había ahorrado durante meses. El librero miró a John con sorpresa y luego sonrió comprensivamente.

"-Creo que este libro ha encontrado a su verdadero dueño", dijo mientras entregaba el ejemplar al emocionado adolescente. John abrazó el libro con alegría y gratitud. Sabía que había logrado lo imposible: obtener un libro físico en una época donde casi nadie valoraba esos tesoros literarios.

Desde aquel día, John llevaba consigo "El árbol mágico" a todas partes. Lo leía una y otra vez, sumergiéndose en las aventuras del niño protagonista y aprendiendo importantes lecciones sobre amistad, valentía y respeto por la naturaleza.

Poco a poco, otros jóvenes empezaron a notar el amor de John por los libros físicos. Se dieron cuenta de la magia especial que emanaban esas páginas llenas de palabras escritas con tinta real.

Inspirados por su ejemplo, los jóvenes comenzaron a buscar libros físicos y a valorarlos como auténticas joyas literarias. Pronto, las bibliotecas volvieron a llenarse de libros y la demanda por ellos creció nuevamente.

John se convirtió en un defensor de los libros físicos y luchó para que nunca desaparecieran. Viajó por todas partes promoviendo la importancia de la lectura en papel y animando a otros jóvenes a descubrir el placer de sumergirse en historias tangibles.

Gracias al esfuerzo de John y su amor por los libros físicos, estos no solo sobrevivieron, sino que florecieron nuevamente en una sociedad que había olvidado su valor.

Y así, el legado de John perduró mucho más allá del año 2073, enseñándonos a todos que no importa cuánto avance la tecnología, siempre habrá algo especial en sostener un libro entre nuestras manos y dejarnos llevar por sus páginas llenas de magia.

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