En un lejano futuro, cuando la Tierra se quedó sin agua, la humanidad enfrentó su fin.
Los ríos y lagos se habían secado, y los pozos estaban vacíos.
La gente vagaba desesperada, buscando una gota de agua para sobrevivir.
En medio de este caos, un joven llamado Mateo tuvo una idea.
Recordó una antigua leyenda que contaba sobre un cristal mágico que podía crear agua de la nada.
Mateo se embarcó en un peligroso viaje para encontrar este cristal, con la esperanza de salvar a la humanidad.
Viajó durante días y noches, cruzando desiertos áridos y montañas imponentes.
Finalmente, llegó a una cueva oculta, donde encontró el cristal resplandeciente.
Con cuidado, lo tomó y regresó a su pueblo.
Mateo mostró el cristal a la gente, y juntos construyeron un dispositivo que podía generar agua.
Al principio, el agua era escasa, pero con el tiempo, el cristal comenzó a producir más y más.
La gente se regocijó, pues habían encontrado la salvación.
Mateo se convirtió en el Guardián del Agua, protegiendo el cristal y asegurando que todos tuvieran acceso a este recurso vital.
Gracias a su ingenio y valentía, la humanidad sobrevivió al Día Cero y prosperó una vez más.