El guardián del agua



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. A Tomás le encantaba explorar la naturaleza y aprender sobre el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un viejo sabio que conocía todos los secretos del ciclo del agua. El sabio le dijo a Tomás: "Querido niño, si quieres entender cómo funciona el ciclo del agua, debes seguirme".

Tomás emocionado siguió al sabio hasta llegar a un hermoso lago. El sabio explicó: "Este lago es donde comienza todo". Tomás miró asombrado cómo el sol calentaba el agua del lago y la convertía en vapor.

El vapor subió hacia el cielo formando nubes blancas y esponjosas. "-¡Mira las nubes! Son como algodón gigante"- exclamó Tomás. El viejo sabio sonrió y continuó su explicación: "-Esas nubes viajan por todo el cielo hasta encontrar una montaña alta o una colina.

Cuando las nubes chocan con estas barreras naturales, se enfrían y se convierten en gotitas de agua". Tomás imaginó cómo serían esas gotitas de agua cayendo desde las nubes como lluvia fresca sobre la tierra sedienta.

Entonces preguntó al sabio:"-¿Qué pasa después?"El sabio respondió:"-Cuando cae la lluvia, algunas gotitas son absorbidas por los árboles y las plantas para ayudarlos a crecer fuertes y saludables.

Otras gotitas se filtran a través del suelo y alimentan los ríos y arroyos, formando corrientes de agua que fluyen por el pueblo". Tomás imaginó cómo las plantas bebían la lluvia y cómo los ríos llevaban el agua hasta el océano.

Pero aún tenía una duda: "-¿Qué pasa con el agua del océano?"El sabio le respondió:"-Cuando llega al océano, el sol vuelve a calentarla y se convierte nuevamente en vapor. El vapor asciende hacia el cielo, formando nuevas nubes, y así comienza nuevamente el ciclo del agua".

Tomás comprendió entonces que todo en la naturaleza está conectado, desde las montañas hasta los ríos y los océanos. Se dio cuenta de lo importante que era cuidar del agua para mantener vivo este ciclo maravilloso.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un defensor del agua. Hablaba con sus amigos sobre la importancia de no desperdiciarla y siempre cerraba bien las canillas para evitar fugas innecesarias.

También plantó árboles cerca de los ríos para ayudar a filtrar el agua de lluvia. Su amor por el ciclo del agua inspiró a otros niños en su pueblo a tomar conciencia también. Juntos crearon un grupo llamado "Guardianes del Agua" para educar a otros sobre su importancia vital.

Gracias al esfuerzo conjunto de Tomás y sus amigos, lograron crear un impacto positivo en su comunidad. Los adultos comenzaron a valorar más el recurso hídrico y todos trabajaron juntos para protegerlo.

Y así fue como Tomás descubrió que un pequeño niño podía hacer una gran diferencia. Su amor y respeto por el ciclo del agua se convirtieron en una inspiración para todos, recordándoles la importancia de cuidar y preservar este valioso recurso natural.

Desde entonces, Tomás siguió explorando la naturaleza con los ojos llenos de asombro y siempre buscando nuevas formas de proteger el ciclo del agua. Porque sabía que al cuidar del agua, estaba cuidando también de todos los seres vivos que dependían de ella.

FIN.

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