El Guardián del Armario



Era una noche tranquila en la casa de Lucas, un niño de ocho años que, como cualquier niño de su edad, tenía una imaginación desbordante. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando escuchó un leve ruido proveniente del armario.

"¡Mamá!" - gritó Lucas con los ojos como platos, "¡Hay un monstruo en mi armario!".

Su mamá, con una sonrisa tierna, entró a la habitación y le acarició la cabeza.

"No te preocupes, cariño. No existen los monstruos. Debes ser un ruido de la casa. Todo está bien, ahora a dormir".

Pero para Lucas, la idea de un monstruo seguía latente. Se acurrucó bajo las mantas, sintiendo cómo su corazón latía rápido, y, aunque su mamá le había dado un beso de buenas noches, no podía evitar mirar hacia el armario.

Esa noche, mientras la luna brillaba intensamente en el cielo, algo increíble sucedió. Desde su armario, emergió una sombra grande y suave, que se transformó en un monstruo de pelaje esponjoso y colores luminosos.

"Hola, pequeño" - dijo el monstruo con una voz suave y melodiosa. "No te asustes, yo soy Momo, el guardián de tus sueños".

Lucas, aunque al principio temblaba, pronto sintió curiosidad.

"¿Guardia de mis sueños? ¿Qué quiere decir eso?" - preguntó, frotándose los ojos.

"Yo estoy aquí para protegerte de las pesadillas. Cada vez que sientas miedo, yo apareceré para alejar todo lo malo" - explicó Momo, mientras iluminaba el cuarto con su brillo amigable.

Lucas se sintió aliviado y le preguntó: "¿De verdad?".

Momo asintió con entusiasmo.

"Sí, cada vez que tengas un mal sueño, yo me aseguraré de que no te asustes. Podemos ser amigos".

Esa noche, Lucas se quedó despierto un ratito más, conversando con Momo. El monstruo le contó historias de aventuras en mundos mágicos donde ayudaba a otros niños a no tener miedo de las sombras.

"Un día, conocí a una niña que tenía miedo de una tormenta. Fue muy valiente, y le gustó jugar en los charcos después" - contó Momo.

"¿De verdad?" - preguntó Lucas, con los ojos brillando de emoción.

"Sí, y aprendió que el miedo es solo una parte del juego. A veces hay que enfrentarlo para ser aún más valiente" - dijo Momo.

Cada noche, Momo y Lucas se volvían amigos inseparables. Cada vez que Lucas sentía miedo, Momo aparecía y juntos convertían las pesadillas en aventuras alegres. Un día, Momo sugirió algo increíble.

"¿Qué te parece si un día me llevas a la escuela?" - propuso el monstruo.

Lucas se rió. "¡No puedo llevarte! Dirían que soy raro" - dijo, mirándolo a los ojos, llenos de confianza.

"Pero podrías enseñarle a tus amigos a no tener miedo. Te podría ayudar a enfrentar todo lo que temen" - dijo Momo con una sonrisa.

Esa semana, Lucas habló con sus amigos durante el receso. Les contó sobre Momo y cómo había dejado de tener miedo para tener una gran amistad con un monstruo. Algunos se rieron y otros mostraron interés.

Un día, en la escuela, mientras todos jugaban, una niña se cayó al suelo y comenzó a llorar. Lucas recordó a Momo y, de repente, se sintió valiente.

"No llores. Siempre hay algo bueno detrás de lo que parece malo. Como cuando yo tenía miedo del monstruo en mi armario, y ahora es mi amigo" - dijo, acercándose a la niña.

La niña lo miró con sorpresa. "¿De verdad?" - preguntó, dejando de llorar.

"Sí, y podemos enfrentar los miedos juntos. ¿Te gustaría jugar?" - le ofreció Lucas.

Los demás niños se acercaron y comenzaron a compartir sus propios miedos. Juntos, decidieron que el miedo estaba bien, pero que enfrentar esos temores los hacía más fuertes.

Al volver a casa, Lucas encontró a Momo en su armario, esperando pacientemente.

"¿Cómo fue tu día?" - preguntó Momo emocionado.

"¡Increíble! Hablé sobre ti y ayudé a mis amigos a no tener miedo. ¡Eres el mejor compañero!" - dijo Lucas con una gran sonrisa.

"Estoy muy orgulloso de ti, Lucas. Recuerda que el miedo nos enseña sobre valentía y amistad. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa" - respondió Momo con cariño.

Desde entonces, cada noche antes de dormir, Lucas sabía que podía contar con su amigo Momo y que, nada era tan aterrador como parecía. Había aprendido que, a veces, los monstruos pueden ser nuestros mejores aliados y que el valor se encuentra en el corazón de los valientes.

Así, Lucas dejó de temer a la oscuridad, descubriendo que la verdadera amistad puede hacer que incluso los monstruos más temidos se conviertan en los mejores guardianes.

Y en su pequeño corazón, siempre guardó un lugar especial para su amigo Momo, el monstruo del armario que siempre estaba a su lado, listo para ayudarlo a convertir los miedos en risas y aventuras.

FIN.

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