El Guardián del Bosque



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y ríos cristalinos, vivía un hombre llamado Martín. Martín era conocido como el Guardián del Bosque. Se pasaba los días cuidando de los animales que vivían allí: les daba de comer, asegurándose de que tuvieran un lugar seguro para descansar y se preocupaba por su bienestar. Los animales lo adoraban, pues él siempre estaba dispuesto a ayudarles.

Un día, mientras Martín estaba alimentando a los ciervos, escuchó un ruido extraño. Se acercó sigilosamente y vio a un grupo de personas que estaban talando árboles y dejando basura por doquier.

"¿Qué están haciendo?" - preguntó Martín, muy preocupado.

Uno de los hombres, que parecía el líder del grupo, lo miró y dijo:

"Estamos limpiando el bosque. Este lugar necesita un poco de orden, ¿no creés?"

"Pero el bosque ya tiene su propio orden. Cada árbol, cada animal, tienen su lugar aquí" - contestó Martín, con voz firme pero tranquila.

Los hombres rieron con burla y continuaron con su trabajo. Martín, decidido a proteger su hogar y a sus amigos del bosque, se acercó al ciervo más grande y le susurró:

"Debemos hacer algo, amigo. No pueden destruir nuestro hogar así."

"Yo puedo correr rápido y avisar a los demás animales, pero necesitamos un plan" - respondió el ciervo, asintiendo con la cabeza.

Martín se reunió con todos los animales del bosque – los zorros, las ardillas, los pájaros y hasta los osos. Juntos, decidieron que tenían que unirse y hacer algo para ahuyentar a los invasores.

La siguiente mañana, cuando los hombres llegaron al bosque, se encontraron en medio de una verdadera obra de arte de la naturaleza. Los pájaros comenzaron a cantar en coro, mientras que los árboles, llenos de hojas brillantes, parecían danzar con el viento.

"¡Miren!" - gritó uno de los hombres - “¡El bosque está vivo!"

De repente, un grupo de ardillas comenzó a lanzar piñas de los árboles, mientras que los ciervos se agrupaban en un claro, dando saltos. Los osos rodaban por el suelo y los zorros corrían rápido, creando una especie de espectáculo.

"Esto es una locura, tenemos que irnos" - dijo el líder, con miedo en su voz.

"No, esperen, quizás deberíamos quedarnos un poco más, este lugar es impresionante" - respondió otro de los hombres.

Mientras tanto, Martín observaba la escena oculto detrás de un gran árbol y sonrió.

Poco a poco, los hombres comenzaron a sentirse abrumados por la belleza y la vida del bosque. Sin darse cuenta, iban retrocediendo, hasta que finalmente, uno de ellos dijo:

"No podemos hacer esto. Este lugar tiene magia. Debemos cuidarlo, no destruirlo."

Martín salió de su escondite y se acercó con una sonrisa:

"Exactamente. Cada árbol, cada animal, forma parte de este ecosistema. Si seguimos destruyéndolo, perderemos algo muy valioso."

"Lo sentimos, no pensamos en eso" - admitió el líder, con una expresión de culpa en su rostro.

"¿Pueden ayudarnos a cuidar este bosque en vez de dañarlo?" - preguntó Martín esperanzado.

Los hombres se miraron entre sí y finalmente asintieron.

"Sí, por favor. Queremos aprender y ayudar. No queríamos causar daño."

Desde ese día, los hombres se convirtieron en aliados de Martín y todos trabajaron juntos para cuidar y proteger el bosque. Organizaron limpiezas, plantaron nuevos árboles y crearon refugios para los animales.

Martín enseñó a los hombres a respetar la naturaleza y a comprender la importancia de mantener el equilibrio en el bosque.

Y así, el bosque no solo se convirtió en un lugar maravilloso, sino también en un símbolo de amistad y cooperación entre los humanos y los animales. Todos aprendieron que, cuando se unen con un propósito, pueden lograr cosas maravillosas.

El bosque floreció como nunca antes, y Martín siempre dijo:

"La magia del bosque está en su unidad. Juntos podemos cuidarlo y hacerlo aún más hermoso."

FIN.

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