El guardián del patio


Había una vez un niño llamado Martín que vivía en una pequeña casa con un hermoso patio lleno de árboles y flores. Martín era muy curioso y le encantaba pasar tiempo al aire libre, especialmente durante el almuerzo.

Un día, mientras disfrutaba de su comida en el patio, Martín vio detrás de un árbol una sombra extraña que parecía ser la silueta de una persona. Se sintió un poco asustado pero decidió acercarse para investigar.

Sin embargo, cuando llegó al árbol, no había nadie allí. Martín trató de olvidar lo sucedido y siguió con sus actividades diarias. Pero a partir de ese día, cosas extrañas comenzaron a ocurrir en su vida.

Empezó a escuchar ruidos por la noche, objetos se movían misteriosamente y algunas veces sentía que alguien lo observaba. Una tarde, al regresar de la escuela, Martín vio nuevamente la sombra cerca de su casa.

Esta vez parecía más definida y le causó escalofríos. Decidió contarle a sus padres lo que estaba pasando. "Papá, mamá, he estado viendo una sombra extraña cerca de nuestra casa y cosas raras están sucediendo últimamente", dijo Martín preocupado.

Sus padres lo escucharon atentamente y decidieron investigar junto a él. Buscaron por todo el patio y la casa sin encontrar ninguna explicación lógica para lo que estaba ocurriendo. "Quizás solo sean imaginaciones tuyas hijo", dijo papá intentando calmarlo. Pero esa noche algo increíble sucedió.

La sombra apareció nuevamente en el patio pero esta vez habló:"No temas pequeño amigo, soy un espíritu guardián enviado para protegerte".

Martín se sorprendió pero también se sintió aliviado al saber que no era algo malo sino más bien una presencia amigable velando por él. Con el tiempo, Martín aprendió a convivir con la presencia del espíritu guardián y juntos vivieron muchas aventuras emocionantes.

El espíritu le enseñó sobre el valor del coraje, la bondad y la importancia de enfrentar los miedos. Desde entonces, Martín ya no tuvo miedo de las sombras ni de las cosas extrañas que ocurrían en su vida.

Sabía que siempre tendría a su lado a su fiel amigo espiritual cuidándolo y guiándolo en cada paso del camino. Y así fue como Martín descubrió que incluso en los momentos más oscuros siempre hay una luz brillante lista para iluminar nuestro camino si aprendemos a confiar en ella.

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