El guardián del río


Había una vez un niño llamado Juan, a quien le encantaba ir de pesca. Pasaba la mayor parte de su tiempo libre junto al río, con su caña y anzuelo en mano.

Pero había algo que siempre le faltaba: ¡nunca atrapaba ningún pez! Un día, mientras caminaba por el río en busca del mejor lugar para pescar, encontró un pececito muy peculiar nadando cerca de la orilla.

El pez era pequeño y tenía colores brillantes como el arcoíris. Juan se acercó al pececito y le dijo: "¡Hola! ¿Cómo te llamas?"El pececito respondió: "Me llamo Peses, y soy el guardián del río". Juan quedó sorprendido por las palabras del pececito.

Nunca antes había conocido a un pez que pudiera hablar. —"Peses" , preguntó Juan curioso, "¿por qué nunca atrapo ningún pez cuando voy a pescar?"Peses sonrió y le contestó: "Juan, hay algo importante que debes aprender sobre la pesca.

No se trata solo de lanzar tu caña al agua y esperar a que los peces vengan a ti. Es necesario tener paciencia, habilidad y conocimiento del lugar donde estás pescando". Juan escuchó atentamente las palabras de Peses y decidió seguir sus consejos.

Desde aquel día, Juan comenzó a investigar todo lo posible sobre los peces que habitaban en ese río en particular. Aprendió sobre sus hábitos alimenticios, dónde solían esconderse y cuál era el mejor momento para pescarlos.

Con el tiempo, Juan se convirtió en un experto pescador. Atrapa peces de todos los tamaños y colores, siempre siguiendo las enseñanzas de Peses.

Un día, mientras estaba sentado en la orilla del río con su caña en mano, Juan se dio cuenta de algo: ya no disfrutaba tanto de atrapar peces como antes. Ahora, lo que realmente le apasionaba era aprender sobre ellos y cuidar el hábitat acuático. Entonces, decidió hacer algo increíble.

Convocó a todos los niños del pueblo para una jornada de limpieza del río. Juntos recogieron basura y plásticos que habían sido abandonados allí.

Después de esa experiencia, Juan entendió que la pesca no solo se trataba de capturar peces, sino también de proteger el medio ambiente para que puedan seguir viviendo felices y saludables. Desde ese día, Juan se convirtió en un defensor del río y sus habitantes.

Organizó charlas educativas sobre la importancia de cuidar los ecosistemas acuáticos y enseñó a otros niños cómo pescar responsablemente. Y así fue como Juan descubrió su verdadera pasión: convertirse en biólogo marino para estudiar y proteger a los animales marinos.

La historia de Juan nos enseña que no siempre obtenemos lo que queremos a la primera, pero si persistimos y aprendemos nuevas habilidades, podemos lograr cosas grandiosas. Además, nos muestra la importancia de cuidar nuestro entorno natural para garantizar un futuro mejor para todos.

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