El Guerrero Chillihuay
En las montañas de la región andina, vivía un joven llamado Manco, conocido por todos como Chillihuay. Desde pequeño, había soñado con convertirse en un gran guerrero y proteger a su pueblo de cualquier peligro.
Sin embargo, a pesar de su determinación, Chillihuay era objeto de burlas por parte de los demás por su aparente falta de fuerza y destreza en combate, lo que lo llenaba de tristeza.
Un día, cansado de ser subestimado, decidió buscar al legendario maestro guerrero Kuka, para pedirle que lo entrenara. "Maestro Kuka, por favor, enséñame el arte de la guerra. Quiero demostrar que soy digno de ser llamado un guerrero", suplicó Chillihuay. Consciente del potencial oculto del joven, el maestro aceptó entrenarlo.
Durante meses, Chillihuay se esforzó día y noche, superando innumerables desafíos y demostrando una voluntad inquebrantable. Finalmente, llegó el día en que el maestro consideró que su discípulo estaba listo.
Antes de despedirse, Kuka le entregó a Chillihuay una pequeña semilla y le dijo: "Esta semilla representa tu fuerza interior. Cultívala con cuidado y verás su verdadero potencial". Lleno de determinación, Chillihuay regresó a su pueblo, donde se encontró con que un grupo de bandidos amenazaba con atacar.
Sin dudarlo, utilizó todas las enseñanzas del maestro Kuka y, sorprendentemente, logró derrotar a los bandidos, protegiendo así a su gente. Emocionado, Chillihuay plantó la semilla en el centro de la aldea.
Con el tiempo, la semilla creció y se convirtió en un árbol fuerte y frondoso, simbolizando la fuerza que todos llevamos dentro.
Desde ese día, Chillihuay se convirtió en el guerrero más respetado de la región, enseñando a otros a cultivar su fuerza interior y demostrando que el valor y la determinación superan cualquier debilidad aparente.
FIN.