El guerrero y el dragón



Había una vez en un bosque encantado, un dragón malvado que aterrorizaba a todos los habitantes del reino. Los magos viejos y sabios intentaron detenerlo muchas veces, pero el dragón era demasiado fuerte para ellos.

Un día, el dragón capturó a la princesa del reino y se la llevó al bosque. Los magos sabían que tenían que hacer algo para salvarla antes de que fuera demasiado tarde.

Entonces, decidieron enviar al joven guerrero más valiente del reino, llamado Juan, para enfrentarse al dragón. Juan aceptó la misión sin dudarlo y partió hacia el bosque encantado. Cuando llegó allí, encontró al dragón devorando a la princesa en su cueva.

"¡Detente! ¡Deja a esa princesa ahora mismo!" -gritó Juan valientemente. El dragón lo miró con desprecio y respondió: "¿Quién eres tú para decirme qué hacer? Soy el señor de este bosque". "Soy Juan, el guerrero más valiente del reino", respondió él con determinación.

"Y voy a detenerte cueste lo que cueste". Entonces comenzó una intensa batalla entre Juan y el dragón. El guerrero usaba su espada hábilmente mientras esquivaba las llamas del fuego escupido por el monstruo.

Pero parecía que no iba a ser suficiente contra la fuerza del dragón. En ese momento apareció uno de los magos viejos y sabios. Era un anciano con barba blanca y ojos brillantes como estrellas.

"Juan" , dijo solemnemente el mago, "no trates de vencer al dragón con la fuerza. Usa tu inteligencia y sabiduría para derrotarlo". Juan entendió lo que el mago quería decir. Entonces, decidió hacer algo inesperado: se acercó al dragón y comenzó a hablar con él.

"¿Por qué eres tan malvado?" -preguntó Juan. El dragón frunció el ceño ante la pregunta. "-Nunca nadie me había preguntado eso antes", respondió el monstruo sorprendido. "Bueno, tal vez si nos conocemos mejor podemos encontrar una solución juntos", dijo Juan amablemente.

Así comenzaron a hablar y descubrieron que ambos tenían mucho en común. El dragón estaba solo y triste porque nunca había tenido amigos, mientras que Juan había perdido a su familia en una batalla contra otro reino.

Finalmente, llegaron a un acuerdo: el dragón dejaría de atacar al reino si los habitantes del bosque encantado le ofrecían comida y compañía de vez en cuando. Así pues, todos vivirían en paz y armonía.

La princesa fue salvada gracias a la valentía e inteligencia de Juan, pero también gracias a su capacidad para ver más allá del odio y la violencia hacia el diálogo y la comprensión mutua.

Desde entonces, todos aprendieron que no hay nada imposible si trabajamos juntos por un bien común.

FIN.

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