El Guerrero y el Señor de Chillihuay



En un pequeño pueblo de la cordillera andina vivía un valiente guerrero llamado Simón, famoso por su destreza en la lucha y su noble corazón.

Un día, el señor de Chillihuay, un hombre rico y poderoso, decidió convocar a todos los habitantes del pueblo para anunciar un gran desafío. - ¡Buenos días, valientes habitantes de Chillihuay! - dijo el señor con voz imponente.

- He escondido un tesoro en lo más alto de la montaña, y aquel que logre encontrarlo será recompensado con riquezas inimaginables. El pueblo se llenó de emoción, pero también de temor, ya que la montaña estaba llena de peligros y desafíos.

Simón, el valiente guerrero, sintió en su corazón el deseo de emprender esta aventura y decidió presentarse como voluntario. El señor de Chillihuay, sorprendido por la valentía de Simón, aceptó su desafío. - Solo los más valientes llegarán al tesoro - dijo el señor con una mirada retadora.

Sin pensarlo dos veces, Simón comenzó su ascenso a la montaña, enfrentando obstáculos como pozos llenos de lodo, puentes frágiles y criaturas extrañas. Con valentía y determinación, Simón superó cada desafío, demostrando su gran habilidad y coraje.

Mientras tanto, el señor de Chillihuay, desde la comodidad de su palacio, observaba con desdén la valentía del guerrero. Finalmente, Simón llegó a la cima de la montaña, donde encontró el tesoro brillando bajo la luz del sol.

Sin embargo, en ese momento recordó las palabras de su abuelo: 'El verdadero tesoro no está en el oro ni en las riquezas, sino en la valentía, la bondad y la nobleza de corazón'. Con esta sabia reflexión, Simón decidió llevarse solo una pequeña parte del tesoro y regresar al pueblo.

Al llegar, compartió su experiencia con todos, animándolos a superar sus propios desafíos con valentía y determinación. El señor de Chillihuay, sorprendido por la nobleza del guerrero, decidió cambiar su actitud y empezar a aprender de él.

Desde ese día, el pueblo de Chillihuay se transformó en un lugar lleno de valentía, nobleza y solidaridad, demostrando que el verdadero tesoro está en el corazón de las personas.

FIN.

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