El gusano Pepe y su camisa perdida



Un día soleado, María estaba jugando en su patio. Tenía un hermoso jardín lleno de flores de colores vibrantes y mariposas que revoloteaban por doquier. Mientras recogía algunas piedras coloridas para hacer una manualidad, notó algo moverse entre la tierra y las hojas.

- ¡Hola! - dijo María, acercándose curiosa.

Allí, en el suelo, había un pequeño gusano que se movía de un lado a otro, como si estuviera muy preocupado.

- ¡Hola! - respondió el gusano. - Me llamo Pepe, y tengo un gran problema.

- ¿Qué te pasa, Pepe? - preguntó María, preocupándose por él.

- No encuentro mi camisa. Era una camisa roja brillante que me hacía sentir muy especial. Sin ella, me siento desprotegido y triste - dijo Pepe, arrugando su pequeño cuerpito verde.

María pensó que sería divertido ayudar a Pepe a encontrar su camisa, así que se ofreció:

- No te preocupes, Pepe. ¡Voy a ayudarte a encontrarla! ¿Te acuerdas de dónde la viste por última vez?

Pepe intentó recordar y dijo:

- Creo que la dejé cerca del pequeño arbusto de flores azules.

María corrió hacia el arbusto, pero al llegar, no vio nada.

- No está aquí. Pero quizás pueda ayudarte a buscar en otro lugar. - dijo María, sonriendo para animarlo.

- Sí, quizás se cayó mientras caminaba por el jardín. - sugirió Pepe, un poco más esperanzado.

María y Pepe empezaron a revisar el jardín, buscando bajo piedras, en las flores y entre las hojas. Cada vez que encontraban algo interesante, María lo mostraba a Pepe, pero era solo un caracol, una hoja seca o una pequeña hormiga.

- ¡Esto es más difícil de lo que pensaba! - dijo María mientras se pasaba la mano por la frente, sintiendo que el sol calentaba su cabeza.

- Sí, quizás necesitemos más ayuda. - sugirió Pepe.

De repente, María tuvo una idea brillante.

- ¡Llamemos a mis amigos! Si todos ayudamos, seguro encontramos tu camisa más rápido.

María corrió a su casa y reunió a sus tres amigos: Tomás, Ana y Lucas. Cuando regresaron al jardín, les explicó la situación.

- ¡Vamos a buscar la camisa de Pepe! - exclamó Tomás con entusiasmo.

- ¡Sí! - dijeron todos juntos.

Empezaron a buscar por todo el jardín, compartiendo ideas y riendo mientras hacían eso. Ana miró por detrás de un tronco viejo y exclamó:

- ¡Miren! ¡Encontré una mariposa que parece perdida!

- ¡Hermosa! - dijeron los chicos, aplaudiendo. Pepe se sintió un poco mejor al ver tanto trabajo en equipo.

Luego, Lucas notó algo brillante en la parte de atrás del arbusto de flores azules.

- ¡Espera! - gritó. - Creo que vi algo rojo allí. ¡Voy a verlo!

Corrió hacia el arbusto, y todos se acercaron, llenos de emoción. Al llegar, Lucas sacó un pequeño trozo de tela roja que brillaba bajo el sol.

- ¡Es tu camisa, Pepe! - gritaron todos.

Pepe, emocionado, se llevó las manos a su cabezita.

- ¡Sí! ¡Es mi camisa! Los abrazó, sintiéndose aliviado y feliz.

- ¡Gracias, amigos! Ahora podré volver a mi casa sintiéndome especial otra vez. - dijo Pepe con una gran sonrisa.

- Pero, Pepe, deberías ponerle un botón a tu camisa - dijo Ana. - Así no la perderás de nuevo.

Pepe pensó un momento.

- ¡Es una gran idea! Siempre aprenderemos que hay que cuidar lo que tenemos. - Así se decidió que Pepe le pediría a mamá gusano que le cosiera un botón.

Los cuatro amigos rieron y celebraron el hallazgo, mientras Pepe se ponía su camisa, que ahora brillaba más que nunca. A partir de ese día, María, Tomás, Ana, Lucas y Pepe se convirtieron en grandes amigos, y siempre recordaron la importancia de la amistad y la cooperación para resolver problemas.

- ¡Siempre es más fácil encontrar soluciones cuando trabajamos juntos! - dijo María mientras acariciaba a su nuevo amigo.

Y así, el jardín de María se llenó de risas, juegos y grandes aventuras, donde todos aprendieron algo nuevo, incluso el pequeño gusano Pepe.

FIN.

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