El hada de las alas arcoíris
Había una vez una niña llamada Sofía, era morena y tenía el pelo rizado.
Pero lo que nadie sabía es que Sofía no era solo una niña común y corriente, ¡era un hada mariposa con alas arcoíris! Sofía vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques encantados. Siempre había sentido una conexión especial con la naturaleza y los animales.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, se encontró con un grupo de niños jugando alrededor de un árbol misterioso. - ¡Hola! ¿Qué están haciendo aquí? - preguntó curiosa Sofía. - Estamos buscando tesoros perdidos en este árbol mágico - respondió uno de los niños.
Sofía se acercó al árbol y vio unas pequeñas mariposas revoloteando a su alrededor. Sin pensarlo dos veces, extendió sus brazos y las mariposas volaron hacia ella. En ese momento, algo mágico ocurrió: las alas de Sofía se convirtieron en hermosas alas arcoíris.
- ¡Wow! - exclamaron los niños sorprendidos. Desde ese día, Sofía descubrió su verdadera identidad como hada mariposa. Con sus nuevas alas, podía volar por todo el pueblo y ayudar a aquellos que lo necesitaban.
Los animales la adoraban y siempre la acompañaban en sus aventuras. Un día soleado, mientras volaba por el cielo azul, Sofía escuchó un llanto proveniente del jardín de una casa cercana.
Se acercó rápidamente para ver qué sucedía y encontró a una abuelita triste sentada en un banco. - ¿Qué te pasa, abuelita? - preguntó Sofía con preocupación. La abuelita levantó la mirada y sus ojos se llenaron de asombro al ver las alas arcoíris de Sofía.
- Oh, pequeña hada mariposa, estoy muy triste porque extraño mucho a mi querido esposo. Se fue al cielo hace poco tiempo y siento que no puedo seguir adelante sin él - dijo la abuelita con lágrimas en los ojos.
Sofía se acercó a la abuelita y le dio un cálido abrazo. - Abuelita, sé que extrañas mucho a tu esposo, pero él siempre estará contigo en tu corazón. Y yo estoy aquí para recordarte lo hermosa que es la vida.
Vamos a hacer algo especial para honrar su memoria. Juntas, Sofía y la abuelita plantaron flores coloridas en el jardín y construyeron un pequeño santuario dedicado al abuelito.
Cada día, la abuela visitaba el santuario y recordaba todos los momentos felices que habían compartido juntos. Con el tiempo, más personas del pueblo descubrieron el increíble don de Sofía como hada mariposa. Todos acudían a ella en busca de ayuda y consejo.
Pero Sofía también aprendió muchas cosas valiosas de cada persona que conocía. Un día, mientras volaba por los campos junto con sus amigos animales, Sofía vio una figura familiar en el horizonte: ¡era su querido abuelito! - Abuelito del cielo, ¡qué alegría verte! - exclamó Sofía emocionada.
El abuelito sonrió y le dijo:- Querida Sofía, estoy orgulloso de ti. Has encontrado tu verdadero propósito en la vida y has traído felicidad a muchas personas. Sigue volando alto y ayudando a los demás con tu magia.
Y así, Sofía siguió siendo el hada mariposa con alas arcoíris del pueblo. Siempre recordó las enseñanzas de su abuela y abuelo del cielo, llevando amor, esperanza y alegría a todos aquellos que cruzaban su camino.
FIN.