El Hada de las Letras y la Disgrafía
En un pequeño pueblo llamado Letrasville, donde las palabras danzaban en el aire y los cuentos se tejían entre los árboles, vivía el Hada de las Letras. Era un hada mágica que tenía la misión de asegurarse de que todos los niños pudieran leer y escribir con alegría.
Un día, llegó una nueva niña al pueblo, llamada Clara. Clara era muy especial, pero tenía un pequeño inconveniente: sufría de disgrafía, lo que hacía que escribir fuera un auténtico desafío para ella. A menudo, se frustraba tratando de formar las letras y los números en su cuaderno.
"¿Por qué no puedo escribir como los demás?" - se preguntaba Clara con tristeza.
El Hada de las Letras, al enterarse de la situación de Clara, decidió intervenir. Una mañana, cuando el sol brillaba con fuerza y las aves cantaban, apareció de repente junto a Clara mientras ella dibujaba en su cuaderno.
"¡Hola, Clara! Soy el Hada de las Letras. He venido para ayudarte a encontrar la alegría en la escritura." - dijo con una sonrisa brillante.
Clara se sorprendió:
"¡Un hada! ¿De verdad puedes ayudarme?"
"Por supuesto. ¿Estás lista para una aventura mágica?" - respondió el hada, y antes de que Clara pudiera contestar, chocó su varita mágica contra el cuaderno.
En un instante, las letras comenzaron a cobrar vida. Cada letra era un pequeño personaje que salía saltando de las páginas. La 'A' estaba vestida de rojo y era muy amistosa, mientras que la 'B' era un bicho raro que siempre se reía.
"¡Hola, Clara! Vamos a jugar con las letras y a ayudar a tu mano a ser más fuerte y ágil." - gritó la 'A'.
Clara estaba boquiabierta.
"Esta es la aventura más increíble que he vivido. Pero... ¿y si no puedo seguirles el ritmo?"
"No te preocupes. Trabajaremos juntas. Cada vez que te diviertas, tu mano aprenderá a escribir mejor. ¡Vamos!" - dijo el hada.
Así que comenzaron a jugar en el Parque de las Letras. Cada letra le enseñaba a Clara diferentes juegos. Con la 'C', jugaba a dibujar círculos. Con la 'D', hacía dibujos en el aire. Con la 'E', hacía carreras de obstáculos. Cada juego le ayudaba a familiarizarse más con cada letra.
Sin embargo, un día, mientras jugaban, Clara se dio cuenta de que las letras estaban desapareciendo.
"¿Dónde se están yendo?" - preguntó con miedo.
"Las letras necesitan regresar al libro mágico. Pero si no aprendes a escribir bien, no podrán quedase contigo siempre. Necesitamos que te diviertas más mientras escribes, porque solo así puedes afianzarte. ¡La escritura es como volar!" - respondió el Hada.
Clara, sintiendo un nudo en su estómago, dijo:
"Pero, ¿y si nunca aprendo bien? ¿Qué pasará con nuestras aventuras?"
"Con paciencia y práctica, lo lograrás. Vamos, hagamos una última aventura. ¡Crearemos un cuento juntas, y tú serás la autora!" - sugirió el Hada.
Clara respiró hondo y dijo:
"Está bien, juntos podemos hacerlo. ¿Qué cuento vamos a escribir?"
"Un cuento sobre un hada que ayuda a los niños a amar las letras, ¡un cuento sobre TI!" - exclamó el hada emocionada.
Y así, comenzaron a redactar. Clara, aunque insegura al inicio, comenzó a dictar la historia mientras el Hada de las Letras la ayudaba a escribir. Escribieron sobre aventuras, amistades y magia. Y en cada palabra que Clara formaba, las letras se sentían más a gusto, más apegadas a ella.
Al finalizar el cuento, el Hada la abrazó:
"¡Lo lograste, Clara! Eres una gran escritora. Recuerda que ser diferente a los demás es lo que te hace especial. Nunca dejes que la frustración te detenga, ¡sigue practicando!" - dijo con ternura.
Las letras, que estaban escuchando, hicieron una gran fiesta de agradecimiento. Clara se sintió feliz, y aunque aún le costaba un poco escribir, ya no se sentía sola.
"Gracias, Hada de las Letras. ¡Me siento lista para seguir practicando!" - exclamó Clara.
Así, concluyó la aventura mágica. Desde entonces, Clara siguió escribiendo su propio cuento de vida, con amigos, risas, y sobre todo, llenando cada página con letras que ahora amaba sin reservas. Y el Hada de las Letras, siempre desde su rincón mágico, estaba orgullosa de acompañarla en cada paso.
FIN.