El Hada de las Mariposas


Había una vez en el bosque encantado, una pequeña hada llamada Graciela. Era muy curiosa y le gustaba explorar cada rincón del bosque en busca de aventuras.

Una noche, mientras volaba entre las flores del jardín, se encontró con un grupo de mariposas que parecían estar perdidas. - Hola, ¿están bien? -preguntó Graciela acercándose a ellas. - No sabemos cómo regresar a nuestras casas -respondió la mariposa líder-. Nos perdimos cuando estábamos volando hacia el sur.

Graciela decidió ayudarlas y les ofreció su hogar para pasar la noche. Las mariposas aceptaron agradecidas y se dirigieron hacia la casa de Graciela. Cuando llegaron, las mariposas quedaron fascinadas por la belleza del lugar.

La casa de Graciela estaba hecha completamente de cristal y tenía un jardín lleno de flores multicolores que brillaban bajo la luz de la luna. - ¡Es impresionante! -exclamó una mariposa admirada-. Nunca había visto algo así antes.

Graciela sonrió orgullosa mientras les preparaba una cena especial para sus invitadas. Mientras comían, hablaron sobre sus vidas en el bosque encantado y compartieron historias divertidas sobre sus aventuras diarias. De repente, escucharon un fuerte ruido afuera.

Graciela salió corriendo para ver qué era lo que estaba sucediendo y se encontró con un búho asustado que no podía encontrar su camino hacia su hogar. - ¿Puedes ayudarme a encontrar mi camino de regreso? -preguntó el búho con voz temblorosa.

Graciela no dudó en ayudarlo y juntos comenzaron a buscar el hogar del búho. Después de un rato, lo encontraron y Graciela se aseguró de que llegara sano y salvo. Cuando regresó a su casa, las mariposas estaban muy preocupadas por ella.

- ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? -preguntaron todas al mismo tiempo. - Estoy bien, gracias por preguntar -respondió Graciela sonriendo-. Solo estaba ayudando a un amigo que se había perdido. Las mariposas quedaron impresionadas por la amabilidad y valentía de Graciela.

Se dieron cuenta de que no importa cuán pequeños sean, todos podemos hacer una gran diferencia si estamos dispuestos a ayudar a los demás.

Esa noche, las mariposas durmieron en la casa de Graciela mientras ella les contaba historias mágicas sobre el bosque encantado. Al amanecer, las mariposas se despidieron con tristeza pero con la promesa de volver pronto para otra aventura emocionante junto a su nueva amiga hada.

Desde ese día en adelante, Graciela aprendió que siempre hay alguien que necesita ayuda en el mundo y que es importante estar allí para ellos cuando lo necesiten.

Y así continuó explorando el bosque encantado cada noche buscando aventuras nuevas y emocionantes junto a sus amigos más cercanos: las mariposas.

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