El Hada de los Biberones



Era una mañana soleada en la escuela de chiquitos, y la profesora Lila estaba lista para contar una nueva historia. "Hoy les traigo un cuento muy especial,"- anunció con una sonrisa. Los niños se acomodaron en la alfombra, emocionados. Entre ellos se encontraba Mateo, un niño de cuatro años que todavía usaba su biberón para beber.

La profesora comenzó a leer: "Érase una vez un preciosísimo bosque donde vivía un hada llamada Brillito. Brillito tenía las alitas más brillantes que podían imaginarse y un corazón lleno de alegría. Pero había algo que la hacía sentir un poco triste. Todos los días, veía a los pequeños del bosque usar biberones para beber su néctar favorito... Espumitas de flores."

"¿Néctar de flores?"- interrumpió Juan, un compañero de Mateo. "¡Yo quiero uno!"

La profesora sonrió y continuó: "Sin embargo, a Brillito le preocupaba que los pequeños no estuvieran creciendo como debían. Ella creía que era importante aprender a beber de las copas de las flores en lugar de usar biberones. Un día, decidió hacer una mágica visita a los pequeños del bosque."

Mateo escuchaba con atención, pensando en su propio biberón. Lila leyó más: "Brillito voló y se presentó ante una familia de conejitos. "Hola, pequeños conejitos!"- exclamó. "Hoy les traigo una misión especial. ¿Quieren aprender a beber como grandes?"- Los conejitos se miraron entre sí, intrigados."

"¿Qué misión?"- preguntó una conejita llena de curiosidad.

"Quiero que me ayuden a descubrir qué delicioso néctar está adentro de cada flor. Deben aprender a usar las copas y dejar atrás los biberones. Si lo logran, recibirán un regalo mágico"- dijo el hada con un guiño.

La profesora Lila se detuvo un momento al notar a Mateo mirando su biberón con un dejo de tristeza. "¿Sabes Mateo, que a veces ese biberón puede hacer que nos sintamos pequeños?"- le preguntó suave. El niño asintió, sintiendo que era verdad. Lila continuó: "Los conejitos decidieron aceptar el desafío de Brillito, pero no sabían por dónde empezar. Fue entonces que el hada les dio un mapa mágico que los guiaba hacia las flores más lindas del bosque."

Mientras los conejitos exploraban, un valiente conejito llamado Zippy dijo: "No tengo miedo, ¡yo quiero probar!"- Se acercó a una bella flor de color morado y, con un poco de miedo, tomó un sorbo del néctar. "¡Delicioso!"- exclamó, y así animó a sus amigos a intentar también. Uno a uno, los conejitos dejaron sus biberones de lado y se dejaron llevar por la magia de la naturaleza.

"¡Qué valientes son!"- dijo Mateo, sintiéndose inspirado. La historia siguió: "Al final de la misión, Brillito los recompensó con polvo de estrellas que les dio energía y alegría. "Esto es por haber aprendido a beber como grandes. Nunca olviden que crecer implica retos, pero también mucho sabor y diversión"- dijo el hada, sonriendo."

La profesora cerró el libro justo cuando algunos niños comenzaron a murmurar entre sí. "Y así, los conejitos aprendieron a dejar su biberón atrás y descubrieron la magia de las flores,"- concluyó Lila. "¿Qué les parece, chicos? ¿No es hora de que aprenderemos a beber como grandes también?"-

"¡Sí!"- gritaron todos, excepto Mateo, que todavía pensaba en su biberón. La profesora lo miró y le preguntó: "¿Mateo, te gustaría intentar beber de una copa de flor?"- El niño dudó un momento, pero luego asintió. "Creo que sí, profesora... ¡como los conejitos!"-

Y así fue cómo Mateo decidió dejar atrás su biberón, no sin la ayuda de sus amigos y la mágica inspiración de Brillito. Desde ese día, cada vez que tomaba un vaso con su bebida favorita, recordaba cómo había aprendido a beber como un gran. La profesora Lila sonrió, sabiendo que la mágica historia había cumplido su misión.

"Recuerden, chicos. Crecer viene con desafíos, pero siempre hay algo mágico esperando para recompensarlos. ¡Ustedes pueden!"- terminó la profesora, mientras los niños aplaudían con alegría.

FIN.

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