El hada de los deseos
lleno de colores y magia. Desde muy pequeña, Alba había soñado con ser una hada especial, capaz de hacer realidad los deseos más profundos de las personas.
Un día, mientras volaba entre los árboles, Alba escuchó un llanto proveniente de un rincón del bosque. Se acercó curiosa y encontró a un conejito triste y solitario. "¿Qué te ocurre, conejito?"- preguntó Alba con ternura.
El conejito levantó la cabeza y respondió con voz entrecortada: "Me he perdido y no sé cómo regresar a mi madriguera". Alba sonrió y extendió su varita mágica. Con un toquecito suave sobre el hocico del conejito, lo transformó en un globo de helio colorido.
"Ahora podrás volar hasta tu madriguera", dijo Alba emocionada. El conejito se elevó por los cielos mientras reía felizmente. Desde ese momento, Alba supo que tenía el poder para ayudar a otros seres mágicos del bosque.
Poco tiempo después, mientras exploraba una cueva escondida en la montaña, Alba encontró a un duende llamado Tobías atrapado en una telaraña gigante. "¡Ayuda! ¡No puedo liberarme!"- gritaba Tobías desesperado.
Sin pensarlo dos veces, Alba sacudió su varita mágica y convirtió la telaraña en hilos dorados que envolvieron al duende como si fueran brazos amorosos. Tobías quedó libre al instante y agradecido, le regaló a Alba un collar con una piedra brillante. "Esta piedra tiene un poder especial.
Te ayudará a cumplir tus deseos más grandes", dijo Tobías mientras se alejaba saltando de alegría. Alba se sintió emocionada y agradecida por el regalo del duende. Sabía que ese poder debía ser utilizado con sabiduría y responsabilidad.
Pasaron los días y los años, y Alba continuó ayudando a las criaturas del bosque con su magia. Cada vez que alguien necesitaba ayuda, ella estaba allí dispuesta a hacer realidad sus sueños. Un día, mientras volaba cerca de un río cristalino, Alba escuchó una melodía triste.
Siguiendo el sonido, encontró a un pajarito herido en el suelo. "¿Qué te ha pasado?"- preguntó preocupada. El pajarito explicó que había perdido la capacidad de volar debido a una herida en su ala.
Sin dudarlo, Alba tocó su varita mágica sobre el ala lastimada y la sanó por completo. El pajarito dio unos saltitos de emoción y empezó a cantar una canción llena de gratitud hacia Alba.
Desde ese momento, se convirtieron en amigos inseparables y juntos exploraron cada rincón del bosque encantado. Con el tiempo, la fama de Alba como hada bondadosa llegó hasta los humanos que vivían cerca del bosque encantado. Muchas personas viajaban desde lejos para pedirle ayuda y cumplir sus deseos más profundos.
Sin embargo, no todos eran buenos deseos. Alba tuvo que enfrentarse a personas codiciosas y malintencionadas que querían aprovecharse de su magia para obtener riquezas sin esfuerzo.
Alba, con su sabiduría y valentía, supo discernir entre los deseos egoístas y los verdaderos anhelos del corazón. Utilizó su poder con responsabilidad, siempre recordando el valor de la honestidad y la generosidad.
Con el paso del tiempo, Alba se convirtió en un símbolo de esperanza y amor en el bosque encantado. Su historia inspiraba a las criaturas mágicas a ser amables unos con otros y a utilizar sus propios dones para hacer del mundo un lugar mejor.
Y así, Alba continuó volando por los cielos del bosque encantado, ayudando a aquellos que necesitaban una mano amiga o un toque mágico en sus vidas.
Su legado perduró por siempre, enseñándonos que todos tenemos dentro de nosotros la capacidad de hacer realidad nuestros sueños más profundos si lo hacemos con bondad y respeto hacia los demás.
FIN.