El hada de los sueños y deseos



Había una vez en un pequeño pueblo, un hada muy especial llamada Luna. Ella era el hada de los sueños y su misión era visitar a los niños durante la noche para llevarles dulces sueños y alegría mientras dormían.

Luna siempre volaba por las noches con su varita mágica, dejando un rastro de polvo de estrellas a su paso.

Pero un día, mientras volaba entre las nubes, algo inesperado ocurrió: ¡se le rompió la varita! El corazón de Luna se llenó de tristeza al darse cuenta de que ya no podría cumplir con su tarea tan importante. Desesperada por encontrar una solución, Luna decidió buscar ayuda en el Bosque Encantado.

Allí vivían seres mágicos como duendes y hadas amigas que podrían ayudarla. Después de mucho buscar, encontró a Rociel, el duende inventor. "¡Rociel! Necesito tu ayuda", exclamó Luna con angustia. "¿Qué te ha pasado?", preguntó curioso Rociel.

"Mi varita mágica se rompió y ahora no puedo llevar dulces sueños a los niños", respondió Luna apenada. Rociel pensó por un momento y luego sonrió. Tenía una idea brillante en mente. Juntos fueron al taller del duende para poner manos a la obra.

Días después, después de mucho trabajo duro y dedicación, Rociel presentó orgulloso una nueva invención: ¡un par de alas mágicas para Luna!"Con estas alas podrás volar sin necesidad de la varita", explicó Rociel emocionado.

Luna miró las alas maravillada y le dio un abrazo a su amigo duende. "¡Gracias, Rociel! Ahora podré seguir llevando dulces sueños a los niños". Así fue como Luna comenzó a volar por el pueblo con sus nuevas alas.

Los niños se sorprendían al verla pasar y sonreían sabiendo que ella estaba allí para cuidarlos durante la noche. Pero un día, mientras Luna volaba cerca del lago, escuchó una voz triste. Era Sofía, una niña que había perdido su peluche favorito en el agua.

Luna se acercó a Sofía y la consoló con ternura. Juntas buscaron el peluche en el lago sin éxito.

Pero entonces Luna tuvo otra idea: usar su magia para hacer aparecer un nuevo peluche igual al que Sofía había perdido. Sofía no podía creer lo que veía, ¡su peluche estaba de vuelta! Ella abrazó a Luna emocionada y le agradeció por su increíble ayuda.

A partir de ese día, Luna descubrió que podía usar su magia no solo para dar dulces sueños, sino también para ayudar a los niños en situaciones difíciles. Se convirtió en el hada de los sueños y deseos.

Y así, Luna siguió recorriendo el mundo nocturno llevando alegría y esperanza a todos los niños que encontraba en su camino. Aprendió que aunque las dificultades puedan surgir, siempre hay una solución si se tiene fe e imaginación.

Desde aquel día, cada vez que alguien necesitaba ayuda o tenía un gran deseo en su corazón antes de dormir, solo tenía que cerrar los ojos y pedirle a Luna, el hada de los sueños y deseos. Y con su magia y amor, ella siempre estaba allí para hacer realidad sus sueños.

FIN.

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