El hada del aula ordenada


Había una vez en la Escuela Primaria "Rayitos de Sol", dos maestras muy especiales: la señorita Clara y la señorita Laura. Ellas eran conocidas por ser las más ordenadas y exigentes de todo el colegio.

Siempre tenían sus útiles perfectamente alineados, los pizarrones impecables y las mesas de los alumnos en perfecto orden.

Un día, el director decidió hacer un experimento: asignarles a la señorita Clara y a la señorita Laura la misma clase, pero con los alumnos más revoltosos y desordenados del colegio. La idea era ver si su disciplina y organización podían influir positivamente en los chicos. Al principio, las maestras se sorprendieron al ver tanta algarabía en su nueva clase.

Los niños corrían por todos lados, gritaban, tiraban papeles ¡y hasta se paraban sobre las mesas! La situación parecía fuera de control. Pero la señorita Clara y la señorita Laura no se dieron por vencidas.

Decidieron unir fuerzas para lograr que aquel caos se convirtiera en orden. Comenzaron a poner reglas claras y consecuencias para quienes no las cumplieran. Les enseñaron a los niños la importancia de mantener limpio el salón y respetar el espacio de cada uno.

Los días pasaban y poco a poco, gracias al esfuerzo conjunto de las maestras y los alumnos, la clase empezó a transformarse.

Los niños aprendieron a trabajar en equipo, a respetar las normas y a valorar el esfuerzo que sus maestras ponían cada día. Un día, mientras estaban todos juntos en el salón, sonó una campana misteriosa. Todos se quedaron mirando sorprendidos hacia la puerta, cuando de repente apareció un hada madrina.

"¡Hola queridos estudiantes! He escuchado sobre el gran cambio que han logrado gracias al trabajo duro y colaborativo de ustedes junto con sus maestras", dijo el hada con una voz dulce. Los niños estaban maravillados ante aquella visita inesperada.

El hada les explicó que había venido para recompensarlos por su esfuerzo con un deseo especial para cada uno. Uno por uno, los alumnos pidieron deseos tan variados como tener un perro nuevo o viajar al espacio.

Cuando llegó el turno de Juanito, él dijo tímidamente:"Yo solo quiero poder aprender mucho más". El hada sonrió con ternura ante aquella noble solicitud y le otorgó una varita mágica que brillaba intensamente.

"Con esta varita podrás aprender todo lo que te propongas si estudias con dedicación", le dijo antes de desaparecer entre destellos dorados. A partir de ese día, Juanito se convirtió en el mejor alumno de toda la clase gracias a su constancia e interés por aprender cosas nuevas cada día.

La historia rápidamente corrió por todo el colegio: cómo dos maestras súper ordenadas habían logrado transformar una clase caótica en un lugar donde reina el respeto mutuo y el amor por aprender.

Y así fue como la Escuela Primaria "Rayitos de Sol" se convirtió en un ejemplo para todas las demás instituciones educativas del país. Desde entonces, todos recordaron que con esfuerzo, perseverancia ¡y un toque mágico! , cualquier desafío puede superarse siempre.

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