El hada del balón


Había una vez un pequeño equipo de fútbol en un barrio humilde de Buenos Aires. Los chicos soñaban con ser campeones, pero su falta de recursos y entrenamiento los hacía sentir desanimados.

Un día, mientras jugaban un partido amistoso, notaron que algo extraño sucedía en el cielo. Una luz brillante apareció y comenzó a bajar lentamente hacia ellos. Al acercarse, vieron que era una especie de hada madrina. - Hola chicos -dijo la hada-.

He venido para concederles un deseo. ¿Qué es lo que más quieren? - Queremos ser campeones -respondió el capitán del equipo. La hada sonrió y les otorgó el poder de jugar como verdaderos profesionales durante 90 minutos.

El equipo comenzó a entrenar duro todos los días, aprovechando al máximo su nuevo don. Con cada partido ganado, se sentían más confiados y motivados para seguir adelante.

Pero justo antes del gran partido final, el capitán perdió la voz debido a una infección respiratoria y no podía gritar instrucciones ni animar a sus compañeros. - ¿Qué haremos sin ti? -preguntaron preocupados los demás jugadores. - No se preocupen -respondió el hada-.

Aún tienen 90 minutos para demostrar todo lo que han aprendido y ser campeones por ustedes mismos. El partido comenzó y aunque al principio estuvieron nerviosos sin la guía del capitán, poco a poco fueron encontrando su ritmo gracias a la habilidad sobrenatural que habían obtenido anteriormente.

Dibu Martínez con la número 23 marcó el primer gol, seguido por Acuña con la banda que no lo veían. Cuti Romero con la 13 recuperó la pelota para que el número 10 pudiera hacer un espectacular gol de chilena.

El tiempo pasaba y los chicos seguían jugando como nunca antes habían hecho. A pesar de estar cansados y sudorosos, no se dieron por vencidos ni un segundo.

Finalmente, cuando sonó el pitido final, se abrazaron emocionados al darse cuenta de que habían ganado el campeonato. - ¡Lo logramos! -gritó uno de los jugadores-. Y todo gracias a nuestro esfuerzo y dedicación. La hada apareció nuevamente para felicitarlos y despedirse.

- Recuerden chicos, siempre pueden alcanzar sus sueños si trabajan duro y creen en sí mismos -dijo antes de desvanecerse en el aire.

Desde ese día, los chicos del equipo aprendieron una gran lección: que aunque las cosas parezcan imposibles o difíciles a veces, siempre hay algo dentro de ellos mismos que puede ayudarles a superar cualquier obstáculo.

Dirección del Cuentito copiada!