El Hada del Otoño y el Gran Misterio de la Naturaliza
Era una tarde soleada en la clase de los niños y niñas de 3 años. La maestra, la Srta. Clara, había preparado una actividad muy especial: aprender sobre el otoño. Los pequeños estaban emocionados, esperando que sucediera algo mágico.
De repente, un suave viento comenzó a soplar y, entre las hojas que caían, apareció un hada de brillantes colores. Su vestido parecía estar hecho de hojas doradas y su cabello era como hilos de oro.
"¡Hola, pequeños! Soy el Hada del Otoño, y he venido a compartir la magia de esta temporada con ustedes!" - dijo con alegría.
Los niños y niñas quedaron maravillados.
"¡Guau! ¡Un hada!" - exclamó Tomi, el más curioso de todos.
"Sí, Tomi, y tengo una misión. Este otoño ha traído un misterio que tenemos que resolver juntos. Las hojas de los árboles están perdiendo su color antes de tiempo, y eso nunca había pasado. Necesitamos descubrir por qué." - explicó el hada.
"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Sofi, levantando la mano con una gran sonrisa.
"Tendremos que salir al parque y observar la naturaleza. Cualquier detalle que encuentren puede ser una pista. ¿Listos para una aventura?" - dijo el Hada del Otoño.
Los niños gritaron de felicidad y comenzaron a prepararse para salir. En el parque, comenzaron a recoger hojas de diferentes colores.
"¡Miren! Esta hoja es roja, ¿por qué será?" - dijo Lauti, mostrándola a sus amigos.
"Las hojas cambian de color porque los árboles se preparan para el invierno. Pero ¿por qué se están cayendo tan rápido?" - se preguntó la Srta. Clara, mientras observaba las hojas que caían a su alrededor.
Mientras los niños examinaban las hojas, el hada se acercó a un árbol que parecía triste.
"Hola, amigo árbol, ¿por qué te ves tan apagado?" - preguntó el Hada del Otoño.
"Oh, Hada del Otoño, no sé qué me pasa. Mis hojas están cayendo antes de tiempo porque no estoy recibiendo suficiente agua. Este verano ha sido muy seco para mí" - respondió el árbol, con un susurro triste.
"¡Pobrecito!" - dijo Sofi. "¡Debemos ayudarlo!"
"¡Sí!" - dijo Tomi. "Podemos decirle a los adultos que necesitan regarlo más."
El hada sonrió al escuchar las ideas de los niños.
"Tienen razón. Si hacemos esto, podríamos ayudar no solo a este árbol, sino a toda la naturaleza. Vamos a hacer un plan. Primero, necesitamos convencer a los adultos de que cuiden más de los árboles. Y para eso, necesitamos hacer una presentación."
Los niños y niñas regresasron a su aula con entusiasmo. Juntos, dibujaron carteles, hicieron carteles con pinturas de árboles saludables y tristes, e invitaron a sus familias a una reunión en el parque.
El día de la reunión, el parque estaba lleno. Los padres escuchaban con atención a sus pequeños.
"Queremos ayudar a los árboles!" - decía Sofi alzando su cartel. "Ellos nos dan aire y sombra, ¡merecen cuidado!"
"Si regamos a nuestros árboles, tendrán más hojas y estarán felices!" - agregó Lauti.
Los adultos, viendo la pasión de los niños, decidieron actuar.
"¡Vamos a organizar días de riego en el parque!" - propuso un papá. "Así ayudamos a nuestros árboles a estar sanos."
Y así, cada fin de semana, las familias se reunían para cuidar de los árboles del parque. Las hojas comenzaron a volverse más verdes y saludables, y el hada sonreía mientras los miraba.
"Lo han hecho muy bien, pequeños. ¡Gracias a ustedes, la magia del otoño ha recuperado su brillo!" - exclamó.
"¿Puedo venir a jugar con ustedes otra vez?" - preguntó el hada con un guiño.
"¡Sí! ¡Siempre serás bienvenida!" - gritaron todos en coro.
El Hada del Otoño se despidió, dejando una pequeña lluvia de hojas doradas a su paso. Los niños y niñas se miraron emocionados, sabiendo que juntos habían hecho algo increíble.
Desde ese día, aprendieron que con pequeñas acciones pueden lograr grandes cambios y que, a veces, la magia se encuentra en cuidar de la naturaleza que nos rodea.
FIN.