El hada Esteban y la corona de la princesa Camila


Había una vez en un lejano reino, un hada muy guapo llamado Esteban. Esteban vivía en un hermoso castillo junto a la princesa Camila, quien llevaba puesta una brillante corona en su cabeza.

La princesa Camila era muy querida por todos en el reino por su bondad y generosidad. Un día, mientras Esteban volaba por el jardín del castillo, vio que la corona de la princesa Camila había desaparecido.

Alarmado, fue a contarle lo sucedido a la princesa. "¡Princesa Camila, tu corona ha desaparecido! Debo encontrarla lo antes posible", dijo Esteban con preocupación. La princesa Camila se puso triste al darse cuenta de que su preciosa corona ya no estaba en su cabeza.

Sin embargo, sabía que podía confiar en Esteban para resolver cualquier problema que se presentara. "Esteban, por favor ve y busca mi corona. Sé que harás todo lo posible para recuperarla", le dijo la princesa con esperanza en sus ojos.

Esteban asintió decidido y emprendió su búsqueda por todo el reino. Preguntó a los animales del bosque, a los duendes traviesos y hasta a las hadas amigas de él si habían visto la corona de la princesa.

Pero nadie parecía tener información sobre su paradero. Después de buscar incansablemente durante días sin éxito alguno, Esteban decidió regresar al castillo para informarle a la princesa sobre sus infructuosos intentos.

"Princesa Camila, he buscado por todas partes pero no he logrado encontrar tu corona", lamentó Esteban apenado. La princesa Camila sonrió con dulzura y le dijo: "Está bien, Esteban. Aprecio mucho tus esfuerzos.

Tal vez mi corona haya desaparecido físicamente, pero sé que mi verdadera grandeza no depende de ella". Estas palabras hicieron reflexionar a Esteban sobre lo valioso que realmente era ser noble y generoso como la princesa Camila, más allá de tener una corona brillante sobre la cabeza.

De repente, mientras ambos conversaban tranquilamente en el jardín del castillo al atardecer, un destello brillante iluminó el lugar. Para sorpresa de ambos, apareció ante ellos un hadita diminuta sosteniendo la corona perdida entre sus manos.

"¡Aquí está tu corona! Me disculpo por haberla tomado prestada sin permiso", dijo el hadita tímidamente mientras devolvía la corona a la princesa. La princesa Camila sonrió amablemente y aceptó de vuelta su corona con gratitud hacia el hadita arrepentida.

"No te preocupes pequeña hadita; gracias por devolverme mi tesoro", expresó la princesa con calidez. El hadita se disculpó nuevamente y les contó que solo quería ver cómo se sentía llevar una corona tan hermosa como aquella. La princesa entendió los motivos del hadita y decidió perdonarla sin resentimientos.

Finalmente, todos celebraron juntos con alegría el regreso de la corona perdida al castillo.

Y desde ese día en adelante, tanto Esteban como la princesa Camila aprendieron que las cosas materiales pueden perderse o encontrarse fácilmente; pero lo más importante siempre será conservar valores como la amistad sincera y el amor incondicional hacia los demás.

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