El hada feliz
Había una vez un hada llamada Lucía, que vivía en un hermoso bosque encantado. Lucía era muy especial, ya que tenía la habilidad de hacer felices a las personas con su magia.
Sin embargo, había algo que le faltaba: el amor. Lucía deseaba encontrar a alguien con quien compartir su vida y ser feliz. Pero todos los intentos de encontrar el amor habían sido en vano.
Estaba triste y desanimada, pensando que nunca encontraría a su alma gemela. Un día, mientras volaba por el bosque, Lucía se encontró con un pequeño conejito llorando bajo un árbol. Se acercó a él para consolarlo y le preguntó qué le pasaba. "Estoy perdido", sollozó el conejito.
"No encuentro mi madriguera y tengo mucho miedo". Lucía sintió compasión por el conejito y decidió ayudarlo. Usando su magia, creó una luz brillante que iluminó el camino hacia la madriguera del conejito perdido.
"¡Gracias, hada amable! Ahora puedo volver a casa", dijo emocionado el conejito antes de correr hacia su hogar. Lucía sonrió al ver cómo había hecho feliz al pequeño animalito.
Se dio cuenta de que aunque no hubiera encontrado el amor romántico aún, podía encontrar alegría en ayudar a los demás. Decidió seguir explorando el bosque en busca de más criaturas necesitadas de ayuda. Encontró a un pajarito cuyo nido había sido derribado por una tormenta; lo ayudó a reconstruirlo y protegerlo de los peligros.
También encontró a un zorro herido y usó su magia para sanar sus heridas. Lucía se dio cuenta de que, a medida que ayudaba a los demás, sentía una satisfacción inmensa en su corazón.
Aunque todavía anhelaba encontrar el amor romántico, aprendió que el amor no solo se encuentra en una pareja, sino también en las acciones bondadosas hacia los demás. Un día, mientras caminaba por el bosque, Lucía escuchó risas y música provenientes de un claro cercano.
Se acercó con curiosidad y descubrió una fiesta sorpresa organizada por todos los animales del bosque en agradecimiento por su generosidad y amabilidad. "¡Gracias, hada Lucía! Gracias por todo lo que has hecho por nosotros", exclamaron todos al unísono.
Lucía se sintió abrumada por la alegría y gratitud de los animales. En ese momento comprendió que había encontrado algo mucho más valioso que el amor romántico: la verdadera felicidad estaba en hacer felices a los demás.
Desde ese día, Lucía continuó ayudando a las criaturas del bosque con su magia. Su fama como hada benevolente se extendió rápidamente y cada vez más seres necesitados acudían a ella en busca de ayuda.
Y aunque nunca encontró al amor romántico en aquel bosque encantado, Lucía siempre fue feliz porque sabía que tenía el poder de hacer sonreír a otros. Y eso era suficiente para llenar su corazón con amor y alegría infinitos.
Y así vivió felizmente hasta el final de sus días, siendo el hada del amor y la felicidad en aquel mágico bosque encantado.
FIN.