El Hada Mágica y los Amigos del Bosque



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de mil colores, vivía un hada llamada Lila. Lila era conocida por su gran ternura y su increíble magia. Todos los animales del bosque la adoraban, ya que siempre estaba dispuesta a ayudarles. Un día, mientras volaba sobre el arroyo, escuchó un lamento que provenía de un pequeño rincón del bosque.

"¡Ayuda! ¡Ayuda!" - gritaba un pequeño conejito llamado Toby, con sus largas orejas caídas.

Lila se acercó volando rápidamente.

"¿Qué sucede, Toby?" - preguntó el hada preocupada.

"Mis amigos los pajaritos están atrapados en una red que alguien dejó. No saben cómo salir. ¡Debes ayudarme!" - exclamó el conejito.

"¡No te preocupes! ¡Voy en seguida!" - respondió Lila y se dirigió hacia el árbol donde los pajaritos estaban atrapados.

Cuando llegó, vio que varios pajaritos estaban enredados en una red roja. Estaban muy asustados y no podían volar.

"¡Oh, no! ¡Pobrecitos!" - dijo Lila mientras levantaba su varita mágica.

Con un suave movimiento, hizo que la red se deshiciera como si fuera hecha de humo.

"¡Gracias, Lila! Eres la mejor hada del mundo!" - cantaron alegremente los pajaritos, revoloteando a su alrededor.

Pero los problemas no terminaban ahí. Mientras Lila jugaba con los pajaritos, un fuerte rugido resonó en la distancia. Era un oso llamado Bruno, que parecía muy preocupado.

"Lila, Lila, ven aquí, rápido!" - gritó Bruno.

Lila se acercó volando, viendo que el oso tenía una expresión de angustia.

"¡¿Qué te pasa, Bruno? !" - preguntó Lila.

"Me han robado mis provisiones! Estaba guardando unos deliciosos frutos del bosque para el invierno, y unos traviesos mapaches se los llevaron. ¡No sé qué hacer!" - dijo el oso, frustrado.

"Tranquilo, amigo. Juntos podemos resolver esto. Vamos a buscar a esos mapaches" - aseguró Lila con una sonrisa.

Ambos se adentraron en el bosque, siguiendo las huellas que dejaban los mapaches. Al llegar a un claro, se encontraron con un grupo de mapaches que estaban complacidos con su pequeño festín de frutas.

"¡Oigan!" - gritó Lila.

Los mapaches, al escuchar la voz del hada, se detuvieron y la miraron sorprendidos.

"¡Lo siento, Lila! No quisimos hacer daño, solo teníamos hambre!" - dijo el más pequeño de ellos, con un trozo de fruta en la mano.

"Entendemos que tengan hambre, pero esas frutas pertenecen a Bruno, y no está bien robar" - explicó Lila con amabilidad.

"¡Perdón, perdón! No nos dimos cuenta de que le pertenecían a él! Les devolveremos todo, lo prometemos" - dijo el mapache más grande.

Bruno, viendo la sinceridad en sus ojos, sonrió.

"No hay problema, amigos. A todos nos gusta comer, pero hay maneras de conseguir lo que queremos" - respondió Bruno.

Los mapaches rápidamente devolvieron las frutas y, en agradecimiento, invitaron a Lila y a Bruno a compartir una deliciosa merienda con ellos.

Pasaron la tarde riendo y haciendo nuevos amigos. Al caer el sol, Lila sintió que era hora de regresar a casa.

"Gracias por ayudarme hoy, Lila. Te debo una" - dijo Bruno, abrazando a su amiga.

"No hay nada que agradecer. Me encanta ayudar a mis amigos en el bosque" - contestó Lila, mientras sus ojos brillaban con alegría.

Desde entonces, Lila, Bruno y los mapaches formaron un hermoso lazo de amistad, aprendiendo que siempre se puede resolver un problema con comprensión y solidaridad. Y, por supuesto, nunca faltaron las reuniones para disfrutar de un buen festín en el bosque.

Así, el bosque se llenó de risas y amistad, gracias a la magia de Lila y el espíritu colaborador de todos sus habitantes. Y cada vez que alguien necesitaba ayuda, solo tenían que gritar el nombre del hada: ¡Lila! Y ella siempre estaría allí con su varita mágica lista para ayudar.

FIN.

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