El hada mágica y los libros encantados


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Aldeaventura, un hada muy especial llamada Estrella. Ella era conocida por ser la más amable y generosa de todas las hadas de los deseos.

Estrella siempre estaba dispuesta a ayudar a los niños a cumplir sus sueños y deseos más profundos. Un día, mientras Estrella volaba por el cielo nocturno, escuchó una vocecita que venía desde abajo.

Era Mateo, un niño curioso y lleno de energía, quien tenía un deseo muy especial: aprender a leer. Estrella se acercó rápidamente a Mateo y le preguntó: "¿Qué es lo que más te gustaría aprender a leer?""Quiero poder leer todos los libros del mundo", respondió Mateo emocionado.

Estrella sonrió y dijo: "¡Eso suena como un maravilloso deseo! Haré todo lo posible para ayudarte". Desde ese momento, Estrella se convirtió en la profesora personal de lectura de Mateo.

Cada noche, volaba hasta la ventana de su habitación con libros mágicos llenos de letras brillantes y coloridas. Durante semanas enteras, Estrella enseñó pacientemente a Mateo las letras del abecedario y cómo formar palabras. Juntos exploraron cuentos fantásticos sobre dragones valientes, princesas intrépidas y animales parlanchines. Pero un día algo inesperado sucedió.

Mientras Estrella buscaba nuevos libros mágicos para compartir con Mateo, descubrió que todos habían desaparecido. El lugar donde solían estar estaba vacío. Preocupada pero decidida a encontrar una solución, Estrella voló hacia la biblioteca del pueblo.

Allí encontró a Lucas, el bibliotecario. "Lucas, necesito tu ayuda", suplicó Estrella. "Los libros mágicos han desaparecido y no puedo enseñar a Mateo". Lucas frunció el ceño y pensó por un momento.

Luego dijo: "He oído hablar de un antiguo libro encantado que se dice que contiene todo el conocimiento del mundo. Quizás eso pueda ayudarte". Estrella estaba emocionada y le preguntó dónde podía encontrar ese libro mágico.

"Se rumorea que está escondido en una cueva en lo alto de la montaña más alta", respondió Lucas. Sin perder ni un segundo, Estrella voló rápidamente hacia la montaña. Después de horas de búsqueda exhaustiva, finalmente encontró la cueva misteriosa.

Dentro de la cueva había un viejo libro cubierto de polvo y telarañas. Con cuidado, Estrella sopló sobre él para quitarle el polvo y abrió sus páginas con anticipación. De repente, las palabras comenzaron a saltar fuera del libro y flotar en el aire como estrellas brillantes.

Cada palabra era una historia diferente llena de sabiduría y conocimiento.

Estrella sabía que tenía poco tiempo antes de que las palabras regresaran al libro, así que tomó su varita mágica e hizo aparecer una mochila especial para guardar todas las palabras voladoras. Llenando rápidamente su mochila con todas las palabras brillantes, Estrella salió corriendo de la cueva justo a tiempo antes de que las palabras regresaran al libro encantado.

Llena de alegría, Estrella voló de regreso a Aldeaventura y se encontró con Mateo. Juntos, abrieron la mochila y dejaron que las palabras mágicas llenaran el aire a su alrededor.

A partir de ese día, Mateo aprendió a leer no solo gracias a los libros mágicos, sino también gracias al poder de las palabras brillantes que flotaban en el aire. Cada vez que leía una palabra, podía verla claramente en su mente y entender su significado.

Estrella estaba orgullosa de lo mucho que había aprendido Mateo y cómo había superado todos los obstáculos para cumplir su deseo. Sabía que él sería un lector apasionado y curioso durante toda su vida.

Y así, Estrella siguió volando por el cielo nocturno ayudando a otros niños a cumplir sus deseos más profundos mientras Mateo continuaba explorando el mundo maravilloso de la lectura. Fin

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