El hada y el conejito
Abril era una niña muy imaginativa, siempre estaba soñando despierta y creando mundos mágicos en su mente.
Le encantaba leer cuentos de hadas y ver películas de princesas, pero nunca había pensado que lo que leía y veía podía ser real. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Abril se topó con un pequeño animal herido. Era un conejito blanco con manchas marrones en las orejas y las patas.
Abril sintió mucha tristeza al verlo así y decidió llevarlo a su casa para cuidarlo. Cuando llegó a su hogar, Abril fue directo a la cocina para buscar algo de comida para el conejito.
Pero cuando abrió la heladera, se dio cuenta de que no había nada más que una botella vacía de leche. "¿Qué hago ahora?"- se preguntó Abril preocupada.
Fue entonces cuando recordó haber visto un cartel en el parque anunciando una feria medieval que se celebraría ese fin de semana. Recordó haber visto fotos del evento en internet: caballeros montados en caballos blancos, malabaristas haciendo acrobacias imposibles y puestos vendiendo comida deliciosa. Abril decidió ir a la feria medieval para encontrar algo para darle al conejito herido.
Cuando llegó allí, quedó maravillada con todo lo que vio: banderas ondeando al viento, música medieval tocada por músicos vestidos con ropajes antiguos e incluso algunos magos haciendo trucos increíbles.
Mientras caminaba entre los puestos buscando algo para comer el conejito, encontró a una mujer vestida de hada. La mujer le preguntó qué le pasaba y Abril le explicó la situación del conejito. "No te preocupes, pequeña. Yo sé cómo ayudarte. "- dijo la hada sonriendo.
La hada tomó un frasco lleno de polvo brillante y lo espolvoreó sobre el conejito herido. De repente, el conejito comenzó a moverse y saltar como si nunca hubiera estado herido antes.
Abril estaba asombrada y agradecida con la hada por su ayuda. Pero también se dio cuenta de que algunas cosas que ella creía eran fantasía podían ser reales en cierta forma. A partir de ese día, Abril empezó a mirar el mundo con otros ojos.
Ya no solo veía fantasía en las historias que le gustaban, sino que buscaba magia en todo lo que la rodeaba: en los árboles del parque, en las nubes del cielo e incluso en las personas que conocía.
Abril aprendió que aunque vivimos en un mundo realista y muchas veces difícil, siempre hay algo mágico esperando para ser descubierto si estamos dispuestos a buscarlo con los ojos abiertos.
FIN.