El hechicero de Villa Esperanza
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos niños muy especiales: Coraline, una niña de cabellos rizados y ojos brillantes, y James, un niño travieso de 12 años con una sonrisa encantadora.
Ambos se conocieron en la escuela y desde ese momento se hicieron inseparables. Un día, mientras jugaban en el parque del pueblo, Coraline le dijo a James:- ¡Oye James! ¿Sabes qué? Creo que me estoy enamorando de ti.
James se sonrojó hasta las orejas y respondió tímidamente:- Yo también siento lo mismo por ti, Coraline. Eres mi mejor amiga y te quiero mucho. Desde ese día, su amistad se convirtió en algo más especial.
Pasaban horas juntos explorando el bosque cercano, construyendo castillos de arena en la playa y soñando despiertos sobre el futuro. Pero un malvado hechicero llamado Malvín tenía planes oscuros para Villa Esperanza.
Quería sembrar la discordia entre los habitantes del pueblo y robar toda la alegría que existía en él. Para lograrlo, decidió separar a los mejores amigos: Coraline y James. Una noche oscura, mientras los dos niños dormían plácidamente en sus camas, Malvín entró sigilosamente en sus sueños y creó una barrera mágica entre ellos.
Cuando despertaron al día siguiente, descubrieron con tristeza que ya no podían verse ni hablarse como antes. Coraline lloraba desconsolada por la pérdida de su amigo mientras James intentaba encontrar una solución.
Fue entonces cuando recordó las palabras de su abuelita: "El verdadero amor puede vencer cualquier obstáculo si es puro y sincero". Decidido a recuperar a su amiga, James emprendió un viaje hacia lo más profundo del bosque encantado donde habitaba Malvín.
Con valentía y determinación, enfrentó todo tipo de peligros hasta llegar ante el hechicero. - ¡Malvín! -exclamó James con voz firme-. Libera a Coraline y devuélvenos nuestra amistad.
Malvín soltó una carcajada malévola pero al ver la pureza del amor que brillaba en los ojos de los niños decidió ceder ante ellos. Levantó el hechizo que había creado y permitió que Coraline y James volvieran a estar juntos.
Los niños se abrazaron con fuerza, sintiendo cómo el amor verdadero había vencido al mal. Regresaron al pueblo donde fueron recibidos con alegría por todos los habitantes que habían sentido la tristeza de la separación.
Desde ese día, Coraline y James supieron que su amistad era tan fuerte como para superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Aprendieron que el amor puro y sincero puede vencer incluso a las fuerzas más oscuras si se mantienen unidos en todo momento.
Y así vivieron felices para siempre en Villa Esperanza, demostrando al mundo entero que nada puede detener a aquellos cuyo corazón late al ritmo del verdadero amor.
FIN.