El hechizo de la amabilidad



Había una vez en un lejano reino encantado, un mago cascarrabias llamado Don Gruñón. Don Gruñón era conocido por ser malhumorado y gruñón con todos los habitantes del reino, especialmente con las criaturas mágicas como hadas y duendes.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un hada buena llamada Luminia. Luminia era todo lo contrario a Don Gruñón: amable, generosa y siempre dispuesta a ayudar a los demás.

Al ver al mago cascarrabias, decidió acercarse y entablar conversación. "Hola, Don Gruñón. Veo que estás de mal humor como siempre", dijo Luminia con una sonrisa. Don Gruñón frunció el ceño y gruñó en respuesta.

Pero Luminia no se dio por vencida y siguió intentando animarlo. "Sé que tienes un corazón bondadoso en algún lugar dentro de ti. Solo necesitas dejarlo salir", insistió el hada. Don Gruñón resopló pero algo en las palabras de Luminia lo hizo reflexionar.

Por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza en su interior. Mientras tanto, en otro rincón del reino, había un niño llamado Lucas que soñaba con conocer a un verdadero mago para pedirle un deseo especial.

Lucas había escuchado historias sobre la magia desde pequeño y anhelaba tener la oportunidad de hacer realidad uno de sus sueños más grandes. Un día, Lucas se enteró de la existencia de Don Gruñón y decidió ir a buscarlo para pedirle su deseo.

Sin embargo, cuando llegó al castillo del mago cascarrabias, se encontró con Luminia en su lugar. "¡Hola! Soy Luminia, ¿en qué puedo ayudarte?", saludó el hada amablemente.

Lucas quedó sorprendido al ver a Luminia en lugar del temido mago cascarrabias. Le contó sobre su deseo de conocer a un verdadero mago y pedirle algo especial. Luminia sonrió ante la petición del niño y decidió llevarlo hasta donde estaba Don Gruñón.

Cuando llegaron frente al mago cascarrabias, este los recibió con su habitual ceño fruncido pero algo había cambiado en él desde la visita anterior de Luminia. "¿Qué desea este niño?", preguntó Don Gruñón sin mucha paciencia.

Lucas titubeó por un momento pero finalmente tomó coraje y expresó su deseo: "Quiero que mi mamá recupere su trabajo para que podamos volver a vivir felices juntos". Don Gruñón miró fijamente al niño y luego a Luminia.

Una mezcla de emociones recorrió su rostro antes de pronunciar unas palabras inesperadas:"Concederé tu deseo, Lucas". El mago cascarrabias cerró los ojos e invocó todo su poder mágico para hacer realidad el anhelo del niño.

En cuestión de segundos, una luz brillante envolvió al pequeño Lucas antes de dispersarse lentamente hacia el horizonte. Cuando la luz se disipó por completo, Lucas abrió los ojos y vio a su mamá parada frente a él con una sonrisa radiante en el rostro.

"¡Lucas! ¡Gracias hijo! ¡He recuperado mi trabajo gracias a ti!", exclamaba emocionada la mamá del niño mientras lo abrazaba con fuerza. Don Gruñon observaba la escena con asombro mientras Luminia le dedicaba una cálida sonrisa cómplice.

El corazón del viejo mago parecía haberse ablandado gracias al gesto noble e inocente de Lucas.

Desde ese día en adelante, Don Gruñon comenzaría poco a poco a mostrar su lado más amable y comprensivo hacia los demás habitantes del reino gracias al encuentro fortuito con el hada buena y el niño lleno de esperanzas.

Y así fue como esta historia nos enseña que incluso aquellos más gru- ñones pueden encontrar la luz dentro de ellos mismos si permiten que actos bondadosos guíen sus caminos hacia la felicidad compartida junto a otros seres mágicos tan especiales como ellos mismos. Fin

FIN.

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