El hechizo de la amistad
Había una vez un chico llamado Cristhian que trabajaba en una oficina de San Pedro Sula.
Cristhian era muy dedicado y siempre buscaba hacer bien su trabajo, pero tenía un pequeño problema: sus compañeras de trabajo no le dejaban comer en paz. Claudia, a quien le encantaba comer, y Elisa, que siempre se sumaba a las travesuras de Claudia, se comían los alimentos de Cristhian sin su permiso.
Cristhian intentó muchas veces hablar con Claudia y Elisa para pedirles que dejaran de hacerlo, pero ellas simplemente se reían y seguían con sus travesuras. Esto hacía sentir muy mal a Cristhian, ya que trabajar todo el día sin poder disfrutar de su comida era realmente frustrante.
Un día, mientras caminaba por el parque después del trabajo, Cristhian encontró un libro mágico tirado en el césped. Sin pensarlo dos veces, lo recogió y comenzó a leerlo.
Para su sorpresa, el libro contenía hechizos especiales para resolver problemas cotidianos. Decidido a encontrar una solución al problema con Claudia y Elisa, Cristhian buscó entre las páginas hasta encontrar un hechizo adecuado.
Siguiendo las instrucciones cuidadosamente pronunció las palabras mágicas:"Con este hechizo quiero encontrar una forma pacífica, para compartir mi comida sin causar ninguna riña. "De repente, una nube multicolor envolvió a Cristhian y lo llevó volando hasta la oficina donde trabajaba. Al llegar allí vio algo increíble: todos los alimentos habían crecido enormemente.
Claudia y Elisa quedaron perplejas al ver a Cristhian con su comida gigante. Pero en lugar de comerla sin permiso, ellas se disculparon por su comportamiento y le preguntaron cómo habían crecido tanto.
Cristhian les explicó que el hechizo mágico había hecho que los alimentos crecieran para que todos pudieran compartirlos sin pelear. Les propuso hacer un trato: cada uno traería algo de comida extra para compartir y así nadie se quedaría sin disfrutar de sus alimentos favoritos.
Claudia y Elisa aceptaron la propuesta de Cristhian y desde ese día, compartieron sus comidas en armonía. Descubrieron que era mucho más divertido disfrutar juntos de una deliciosa merienda, en lugar de pelearse por ella.
La magia del libro había enseñado a Claudia y Elisa la importancia de ser amables con los demás y respetar las pertenencias de los demás. A partir de ese momento, se convirtieron en grandes amigas y siempre estaban dispuestas a ayudarse mutuamente.
Cristhian también aprendió una valiosa lección: nunca subestimar el poder del diálogo pacífico y buscar soluciones creativas para resolver los problemas. Además, descubrió que compartir no solo hacía felices a sus compañeras, sino también a él mismo.
Y así fue como Cristhian logró convertir un problema en una oportunidad para aprender y crecer junto a sus compañeras. Juntos, trabajaron mejor como equipo y encontraron la verdadera alegría en compartir momentos especiales durante la hora del almuerzo.
Desde aquel día, Cristhian, Claudia y Elisa vivieron muchas aventuras juntos dentro y fuera de la oficina, siempre recordando que compartir es la clave para una amistad duradera.
Y cada vez que Cristhian encontraba un libro mágico, lo compartían entre todos para aprender nuevas lecciones y seguir creciendo juntos. Y así, con una pizca de magia y mucho amor, el equipo de trabajo se convirtió en una gran familia donde reinaba la armonía y la alegría.
FIN.