El hechizo de la confianza
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían muchos niños y niñas felices. En este encantador lugar, todos los días se reunían en la plaza para jugar y divertirse juntos.
Un día, mientras jugaban al escondite, llegó una noticia emocionante: ¡Abu vendría a visitar el pueblo! Abu era un famoso mago que viajaba por todo el mundo llevando alegría y sorpresas a los niños.
Todos estaban ansiosos por su llegada y comenzaron a prepararse para darle la bienvenida. Los niños decidieron hacer algo especial para recibir a Abu. Se pusieron manos a la obra construyendo carteles coloridos y decorando la plaza con globos y serpentinas.
También practicaron trucos de magia para impresionarlo cuando llegara. Finalmente, el gran día llegó y los niños no podían contener su emoción. La plaza estaba llena de risas y juegos mientras esperaban ansiosamente a Abu. Pero pasaba el tiempo y aún no había señales de él.
"¿Dónde estará Abu?", preguntó Sofi preocupada. "No sé", respondió Pedro rascándose la cabeza. "Deberíamos ir a buscarlo". Sin perder más tiempo, los valientes amigos emprendieron un viaje por todo el pueblo en busca del mago desaparecido.
Recorrieron calles, plazas e incluso preguntaron en las tiendas del lugar, pero nadie parecía haber visto a Abu. Desanimados pero decididos, continuaron buscando hasta que finalmente encontraron una casa abandonada en las afueras del pueblo.
Con mucho cuidado abrieron la puerta y se adentraron en la oscuridad. "Abu, ¿estás aquí?", llamó Martina con voz temblorosa. De repente, una luz brillante iluminó la habitación y allí estaba Abu, sentado en una silla rodeado de libros y objetos mágicos.
Tenía una mirada triste en su rostro. "¿Qué te ocurre, Abu?", preguntó Juan preocupado. El mago suspiró y les contó que había perdido su confianza en sí mismo.
Había tenido un mal día y pensaba que ya no era bueno haciendo magia. Por eso se había escondido en la casa abandonada para no decepcionar a los niños de Villa Esperanza. Los niños se sorprendieron al escuchar esto.
Sabían que Abu era el mejor mago del mundo y no podían permitir que dudara de sí mismo. Le recordaron todas las veces que había hecho sonreír a los demás con sus trucos maravillosos. "¡Abu, eres increíble!", exclamó Sofi. "Nunca dejaremos de creer en ti".
Las palabras de los niños llenaron el corazón del mago de alegría y esperanza. Se dio cuenta de lo importante que era compartir su don con los demás y cómo su magia podía hacer felices a tantas personas.
Juntos, regresaron al pueblo donde todos estaban preocupados por ellos. Los niños explicaron lo ocurrido y organizaron un gran espectáculo para celebrar la llegada de Abu. El mago realizó trucos asombrosos que dejaron boquiabiertos a todos los presentes.
Desde ese día, Abu visitaba Villa Esperanza regularmente y compartía su magia con los niños. Aprendieron que todos tenemos momentos de duda, pero es importante recordar nuestras fortalezas y confiar en nosotros mismos.
Y así, el pueblo vivió muchas aventuras mágicas gracias a la valentía y perseverancia de unos niños que nunca dejaron de creer en Abu y en sí mismos.
FIN.