El hechizo de la maestra


Había una vez en una pequeña escuela en el corazón de un pueblito, un niño llamado Pedro. Pedro era conocido por ser un niño travieso que siempre se metía en problemas y no prestaba atención en clase. La maestra, la señorita Ana, intentaba una y otra vez que Pedro se comportara, pero siempre era en vano.

Un día, la señorita Ana decidió tomar una medida drástica. Esperó a que todos los niños salieran al recreo y se acercó sigilosamente a Pedro, quien estaba echado en su pupitre, dormido como un tronco. La maestra sacó de su bolsillo una pequeña barita mágica y murmulló un hechizo suave sobre Pedro. Un destello brillante envolvió al niño por un instante, y la maestra supo que algo extraordinario iba a suceder.

Al día siguiente, para asombro de todos, Pedro llegó puntual a la escuela y se sentó en primera fila, con los cuadernos impecables y los lápices perfectamente afilados. Durante clases, levantaba la mano para responder preguntas y ayudaba a sus compañeros con entusiasmo. La señorita Ana no podía creer la transformación que había tenido Pedro. Era como si un nuevo niño hubiera ocupado su lugar.

Al final del día, la maestra se acercó a Pedro y le preguntó: '¿Qué te pasó, Pedro? Nunca te había visto tan atento y participativo'. Pedro, con los ojos brillantes, respondió: '-No lo sé, señorita Ana. Simplemente sentí que quería ser el mejor alumno y ayudar a los demás hoy'. La maestra sonrió y, en su interior, supo que su pequeño hechizo había funcionado.

Al día siguiente, Pedro siguió mostrando el mismo comportamiento ejemplar. La noticia de la transformación de Pedro se esparció por todo el colegio, y pronto se convirtió en un ejemplo a seguir para los demás niños.

La señorita Ana, orgullosa de su alumno, decidió hablar con Pedro en privado. '-Pedro, sé que algo extraordinario ha sucedido contigo. Y quiero que sepas que no fue magia lo que te cambió, sino algo que ya tenías dentro de ti. Ahora veo al verdadero Pedro, al niño amable, generoso y feliz que siempre estuvo ahí, solo necesitaba despertar. Sé que seguirás siendo un Gran alumno sin necesidad de magia'. Pedro sonrió, comprendiendo las palabras de su maestra, y le dijo: '-Gracias, señorita Ana. Prometo seguir esforzándome y ser el mejor alumno que pueda ser'. Desde ese día, Pedro se convirtió en un ejemplo para todos los niños de la escuela, demostrando que cada uno tiene un potencial increíble dentro de sí, solo esperando a ser descubierto.

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