El Hechizo de la Mansión Abandonada



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de amigos llamados Martín, Sofía y Lucas. Eran inseparables y siempre estaban buscando nuevas aventuras para vivir juntos.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano al pueblo, escucharon un rumor sobre una antigua mansión abandonada que estaba encantada. La curiosidad picó la mente de los niños y decidieron investigar. Al llegar a la mansión, notaron que estaba en ruinas y cubierta de maleza.

Martín se acercó a la puerta principal y con valentía dijo: "¡Vamos a descubrir qué hay dentro!". Los demás asintieron emocionados.

A medida que entraban en la mansión, las sombras danzaban por las paredes y el viento soplaba frío por los pasillos desgastados. De repente, escucharon un ruido proveniente del sótano. Sin pensarlo dos veces, se dirigieron hacia allí. Al bajar las escaleras chirriantes, se encontraron con una habitación oscura llena de polvo y telarañas.

En el centro había una caja misteriosa cubierta con símbolos extraños. Sofía temblaba de miedo pero Lucas le dio ánimos diciendo: "No te preocupes Sofi, estamos juntos". Decidieron abrir la caja cuidadosamente para ver qué había dentro.

Cuando levantaron la tapa de la caja, salió disparado un rayo brillante que iluminó toda la habitación. De repente, apareció frente a ellos un anciano sabio vestido con túnicas antiguas.

El anciano les explicó que había estado atrapado en la mansión durante siglos debido a un hechizo malvado. Les dijo que si lograban resolver una serie de acertijos, podrían liberarlo y así deshacer el encantamiento. Los niños aceptaron el desafío y comenzaron a resolver los acertijos uno por uno.

Cada vez que respondían correctamente, la mansión se volvía más luminosa y menos tenebrosa. Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, finalmente resolvieron el último acertijo. La mansión brillaba con luz dorada mientras el anciano sabio sonreía.

El anciano les agradeció profundamente y les otorgó a cada uno un amuleto mágico como recompensa por su valentía y perseverancia. Les explicó que estos amuletos les darían protección y fortaleza en todas sus futuras aventuras.

Con una última palabra de despedida, el anciano sabio desapareció en un destello de luz. Los niños salieron corriendo de la mansión riendo, llenos de alegría y orgullo por lo que habían logrado juntos.

A partir de ese día, Martín, Sofía y Lucas siguieron siendo mejores amigos pero también se convirtieron en los guardianes del bosque. Utilizaron sus amuletos mágicos para proteger a los animales del bosque y cuidar del medio ambiente.

Y así fue como esta increíble aventura no solo les enseñó sobre valentía y trabajo en equipo, sino también sobre la importancia de cuidar nuestro entorno natural. Desde entonces, todos aprendieron a apreciar aún más la belleza del mundo que los rodea y a trabajar juntos para protegerlo.

Y colorín colorado, este cuento de terror y aventura ha terminado con una lección valiosa para todos los niños que lo escuchan.

FIN.

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