El hechizo de las letras


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo que no le gustaba para nada leer. Prefería pasar sus días jugando con sus juguetes y viendo la televisión en lugar de abrir un libro.

Sus padres intentaban animarlo a leer, pero Mateo simplemente no mostraba interés. Una noche, mientras Mateo dormía plácidamente en su habitación, algo mágico sucedió.

Los objetos de su cuarto cobraron vida gracias a un hechizo antiguo lanzado por el hada madrina del pueblo. Los peluches, los libros, los lápices y hasta la lámpara comenzaron a moverse y hablar entre ellos.

"¡Es hora de actuar! ¡No podemos permitir que Mateo siga sin querer leer!", exclamó el libro más sabio de la estantería. "Tienes razón. Debemos hacer algo al respecto", dijo la lámpara iluminando la habitación con entusiasmo. Los objetos decidieron trabajar juntos para ayudar a Mateo a descubrir el maravilloso mundo de la lectura.

Durante las noches siguientes, mientras el niño dormía, los juguetes organizaban divertidas representaciones teatrales con historias fantásticas para captar su atención. Los libros leían en voz alta cuentos emocionantes y llenos de aventuras para despertar su curiosidad.

Poco a poco, Mateo empezó a despertarse por las mañanas con ganas de descubrir qué nuevas sorpresas le esperaban en su habitación. Se sumergió en historias sobre piratas valientes, dragones mágicos y princesas encantadas.

Su imaginación se expandió como nunca antes lo había hecho. Un día, mientras exploraba uno de los libros favoritos que le habían presentado sus amigos objetos animados, Mateo encontró una carta escondida entre las páginas.

La carta estaba escrita por su abuelita fallecida hace años y en ella le contaba lo importante que era la lectura en su propia vida.

Conmovido por las palabras de su abuelita y todo lo aprendido gracias a los objetos vivientes de su habitación, Mateo decidió convertirse en un ávido lector desde ese momento. Descubrió que cada página era una puerta hacia nuevos mundos por explorar y conocimientos por adquirir.

Los objetos cobraron vida se alegraron al ver cómo habían logrado cambiar la actitud de Mateo hacia la lectura y celebraron juntos este gran logro con una fiesta llena de risas y alegría.

Desde entonces, Mateo se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo al demostrarles que a través de la lectura pueden vivir mil aventuras sin siquiera salir de casa. Y así, gracias a la magia y al trabajo en equipo entre seres inanimados e imaginativos como él mismo alguna vez fue... ¡La historia felizmente concluye!

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