El hechizo de Luna



Ezequiel era un brujo muy talentoso, pero su sed de poder lo había llevado por el camino oscuro de la magia negra. Pasaba largas horas encerrado en su torre, estudiando antiguos grimorios y practicando hechizos prohibidos.

Un día, Ezequiel descubrió un antiguo conjuro que prometía desbloquear una magia tan caótica que le daría un poder inimaginable. Sin pensarlo dos veces, comenzó a recitar las palabras arcanas y a canalizar energía oscura hacia su ser.

La tierra tembló y el cielo se oscureció mientras Ezequiel completaba el conjuro. De repente, una explosión de luz y sombras lo envolvió por completo. Cuando la luz se disipó, Ezequiel se encontraba transformado.

Sus ojos brillaban con una intensidad maligna y sus manos emanaban un aura oscura y retorcida. Había desatado la magia caótica sobre sí mismo y ahora era más poderoso que nunca.

Los demás brujos/as del lugar sintieron el cambio en la energía mágica y supieron al instante lo que Ezequiel había hecho. Sabían que debían detenerlo antes de que su sed de poder lo consumiera por completo.

Se reunieron en consejo y decidieron enviar a Luna, una joven bruja con el don de la clarividencia, para enfrentarse a Ezequiel. Luna era valiente y sabía que esta tarea no sería fácil, pero estaba dispuesta a hacer todo lo posible para salvar a su hogar de la oscuridad.

Luna partió hacia la torre de Ezequiel, donde lo encontró rodeado de sombras maléficas. Con voz firme, se dirigió a él: "Ezequiel, has caído en la tentación de la magia negra y has desatado fuerzas que no puedes controlar. Debes detenerte antes de que sea demasiado tarde".

Ezequiel soltó una risa burlona y dijo: "-¡Nunca me detendré! Soy invencible ahora gracias a esta magia caótica". Pero Luna no se dio por vencida e intentó razonar con él una vez más.

"-Ezequiel, el verdadero poder radica en el equilibrio entre la luz y las sombras. Si continúas por este camino oscuro, solo te sumirás en tu propia perdición", le advirtió Luna con determinación.

Por un momento, pareció que las palabras de Luna habían llegado al corazón endurecido de Ezequiel. Vaciló ante la posibilidad de redimirse, pero entonces una oleada de energía oscura lo envolvió nuevamente e hizo crecer su sed de poder.

En ese momento crítico, Luna recordó las enseñanzas ancestrales sobre el amor incondicional como fuente suprema de poder mágico. Inspirada por esa sabiduría milenaria, abrazó a Ezequiel con todo su corazón y le transmitió una oleada cálida e intensa de amor puro.

La magia caótica tembló ante esa muestra sincera de afecto desinteresado y comenzó a disiparse lentamente hasta desaparecer por completo. Los ojos malignos de Ezequiel recuperaron su brillo original mientras las sombras se retiraban. Avergonzado por sus acciones pasadas, Ezequel pidiò perdón humildemente "-Lo siento mucho, Luna.

Tu bondad me salvò del abismo. Deseo redimirme. " Luna sonrió con ternura "-Todos merecen segundas oportunidades, Siempre es tiempo para cambiar. " Juntos regresaron al pueblo, donde fueron recibidos con alegrìa.

Desde ese día, Ezekel usò sus habilidades màgicas para proteger al pueblo junto a sus amigos brujos/as, en armonìa.

Y así fue como gracias al amor incondicional, Luna logró traer nuevamente la paz al mundo mágico donde todos aprendieron juntos sobre los peligros del ansia desmedida por el poder, y cómo éste puede ser transformador cuando es usado para proteger, aunar fuerzas, y ayudar al prójimo siempre desde el equilibrio.

FIN.

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