El hechizo de Mateo y Puck



Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en una casa antigua con su familia. Un día, mientras exploraba el ático en busca de juguetes olvidados, se topó con un libro polvoriento y desgastado escondido entre viejos baúles.

Curioso, sopló el polvo y abrió el libro. Para su sorpresa, las páginas estaban llenas de extraños símbolos y hechizos mágicos. Mateo no podía creer lo que veía.

Decidió llevar el libro a su habitación y comenzar a estudiarlo. Con cada hechizo que practicaba, descubría nuevos poderes: hacer levitar objetos, controlar la luz y hasta comunicarse con los animales del bosque.

Un día, mientras Mateo practicaba un hechizo para traer lluvia a un campo reseco cerca de su casa, escuchó una risa malvada detrás de él. Se dio vuelta y vio a un duende travieso observándolo con curiosidad. "¡Hola! Soy Puck, el duende guardián de este libro mágico", dijo Puck con una sonrisa picara.

Mateo se sobresaltó pero luego sonrió emocionado al conocer a su nuevo amigo mágico. Juntos pasaron días enteros explorando los hechizos del libro y ayudando a quienes lo necesitaban en el pueblo cercano.

Un día, la noticia de un terrible incendio en el bosque llegó a los oídos de Mateo y Puck. Sin dudarlo, utilizaron sus habilidades mágicas para detener las llamas y salvar a los animales atrapados en medio del fuego.

Gracias a su valentía y trabajo en equipo, lograron apagar el incendio antes de que se propagara más allá. El pueblo entero les estuvo eternamente agradecido por su increíble acto de heroísmo.

Desde ese día en adelante, Mateo supo que la magia no solo estaba en los hechizos del libro antiguo sino también dentro de él mismo cuando usaba sus poderes para hacer el bien a quienes lo rodeaban.

Y así continuaron viviendo aventuras juntos: Mateo aprendiendo nuevas habilidades mágicas con la guía sabia de Puck, quien siempre estaba listo para protegerlo y enseñarle lecciones valiosas sobre amistad, valentía y responsabilidad.

FIN.

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