El Hechizo del Amor Eterno
Había una vez en un lejano pueblo llamado Peñalvillo dos jóvenes muy enamorados: Martina y Mateo. Martina era hija del alcalde, mientras que Mateo provenía de una familia humilde de campesinos.
Su amor era puro y sincero, pero desafortunadamente, el padre de Martina no aceptaba su relación debido a las diferencias sociales. Un día, decidieron encontrarse en secreto en el bosque encantado que rodeaba el pueblo. Allí podían ser libres para amarse sin restricciones ni prejuicios.
Sin embargo, un malvado hechicero que habitaba en lo profundo del bosque los observaba con envidia y planeaba separarlos.
Una noche, mientras Martina y Mateo se prometían amor eterno bajo la luz de la luna, el hechicero lanzó un maleficio sobre ellos. De repente, sus cuerpos se vieron separados por una barrera mágica que les impedía tocarse o estar juntos. "¡Martina! ¡Mateo! ¿Qué ha pasado?", exclamaron asustados los jóvenes.
El hechicero apareció entre las sombras y les reveló su plan maléfico: quería evitar que su amor floreciera porque él mismo había sido rechazado en el pasado. "No permitiré que dos almas tan puras como las suyas estén juntas", dijo el hechicero con voz tenebrosa.
Martina y Mateo se miraron con tristeza pero decidieron luchar por su amor contra viento y marea. Con valentía, emprendieron un viaje a través del bosque encantado para buscar a la única criatura capaz de romper el maleficio: el hada Madrina.
En su travesía, enfrentaron peligros y desafíos; rescataron a animales mágicos e hicieron amigos inesperados.
Finalmente llegaron ante la presencia del hada Madrina, quien les otorgó una misión aún más difícil: demostrar al hechicero que el verdadero amor todo lo puede superar. Con determinación, Martina y Mateo regresaron al pueblo dispuestos a enfrentar al hechicero. Con palabras sinceras y corazones valientes lograron conmoverlo hasta hacerle comprender la belleza del amor verdadero sin importar clases sociales ni prejuicios absurdos.
El hechizo se rompió finalmente y Martina y Mateo pudieron abrazarse nuevamente con felicidad. El pueblo entero celebró su victoria contra la adversidad y aprendió que el amor no entiende de barreras ni limitaciones impuestas por otros.
Y así, Martina y Mateo vivieron felices para siempre, recordando siempre que nada puede interponerse entre dos corazones destinados a amarse sinceramente. Y colorín colorado este cuento de amor no haceptado ha terminado pero jamás olvidado.
FIN.