El Hechizo del Arco Iris
Había una vez, en un reino lejano, una Princesa llamada Luz. Ella vivía en un hermoso castillo en el cielo, que estaba hecho de nubes suaves y brillantes, rodeado de un espléndido arco iris que iluminaba todo su entorno.
Un día, mientras exploraba el jardín del castillo, Princesa Luz se encontró con un pequeño duende llamado Fizz. Él era un duende muy travieso, conocido por su amor a la aventura.
"¡Hola, Princesa!" - saludó Fizz con una sonrisa traviesa. "¿Te gustaría unirte a mí en una nueva aventura?"
"¡Claro, Fizz! Siempre estoy lista para una aventura" - respondió la Princesa emocionada.
Fizz le contó a Luz sobre un antiguo hechizo que transformaba cualquier deseo en realidad, pero que solo podía ser activado con el poder del arco iris. Era un hechizo muy poderoso, y se decía que solo aquellos que eran verdaderamente valientes y generosos podían conseguirlo.
"¿Pero cómo podemos hacerlo?" - preguntó Luz con curiosidad.
"Necesitamos encontrar cuatro objetos mágicos que se encuentran en el fondo del arco iris: una pluma de ave dorada, una piedra de luna, un cristal de agua y un pétalo de flor de fuego" - explicó Fizz.
La Princesa y el duende se pusieron en marcha. Al llegar al arco iris, notaron que cada color tenía su propio reto. Primero, el color rojo representaba la valentía. Rápidamente, encontraron una cueva custodiada por un dragón que se estaba quejando de soledad.
"¡Mirá, Fizz! Ese dragón parece triste" - dijo Luz. "Creo que debemos ayudarlo antes de seguir."
"¡Tienes razón!" - afirmó Fizz. "Vamos a hablar con él."
Se acercaron con cautela y Luz dijo:
"Hola, dragón. ¿Por qué estás tan triste?"
"Nadie quiere jugar conmigo. Siempre me ven como un monstruo" - respondió el dragón.
"No eres un monstruo, solo tienes que mostrar tu lado amable. Ven, juguemos juntos" - invitó Luz.
El dragón, sorprendido por la amabilidad de la Princesa, sonrió y aceptó su invitación. Después de un rato de juegos, el dragón les regalo la pluma de ave dorada.
"¡Aventura superada!" - exclamó Fizz. "Uno de los objetos es nuestro."
Continuaron su recorrido y llegaron al color azul, donde las olas del mar se movían con fuerza. Allí, debían encontrarse con una tortuga anciana que guardaba la piedra de luna.
"Debemos ser respetuosos" - murmuró Fizz. "Ella lleva mucho tiempo cuidando esa piedra."
Cuando llegaron, la tortuga los miró con curiosidad.
"¿Qué buscan, pequeños?" - preguntó con voz suave.
"Queremos la piedra de luna, por favor" - dijo Luz. "Prometemos cuidar de ella."
"Solo se la daré a los que demuestren su sabiduría. Aquí va un acertijo: ¿Qué puede llenarse pero nunca se puede tocar?"
Luz pensó y, tras un momento, respondió:
"¡Es un sueño!"
La tortuga sonrió, satisfecha, y les entregó la piedra de luna.
"¡Genial! Solo quedan dos objetos" - aclamó Fizz.
Siguieron hacia el color verde, donde un fuerte viento los llevó a una colina cubierta de flores. Allí, encontraron al espíritu del bosque que cuidaba el cristal de agua.
"¡Bienvenidos!" - dijo el espíritu. "Para ganar el cristal de agua, deben compartir algo valioso."
"Yo puedo ofrecerte un cuento" - dijo Luz. "Una historia sobre la amabilidad y el coraje de ayudar a los demás."
El espíritu, emocionado por la idea, los escuchó atentamente. Después de la hermosa historia, les entregó el cristal de agua.
"¡Nos falta solo un objeto!" - exclamó Fizz.
Por último, llegaron al color amarillo, donde debían encontrar el pétalo de flor de fuego, guardado por una flor mágica en un prado.
"Esta flor solo compartirá su pétalo si encuentra a alguien que lo necesite" - dijo Fizz.
Al observar a su alrededor, Luz vio a un pequeño pajarito con una ala rota. De inmediato, se acercó a ayudarlo:
"No te preocupes, pequeño, te ayudaré a sanar."
Mientras curaba al pajarito, la flor brillante se iluminó.
"Has demostrado ser generosa, así que aquí tienes tu pétalo de flor de fuego" - dijo la flor.
Con los cuatro objetos en mano, regresaron al arco iris y comenzaron el hechizo. Sin embargo, justo cuando estaban listos para completar el ritual, un fuerte viento comenzó a soplar, poniendo en riesgo todo lo que habían logrado.
"¡No puedo dejar que esto se arruine!" - gritó Luz.
"¡Usa tu valentía!" - le gritó Fizz. "Piensa en lo bueno que has hecho."
Inspirada, Luz levantó los cuatro objetos y gritó:
"Con la valentía, sabiduría, amabilidad y generosidad, ¡conjuro el hechizo del arco iris!"
El arco iris brilló intensamente, y un chorro de luz envolvió a la Princesa y Fizz. En un parpadeo, todos los deseos de Luz, que siempre había tenido para ayudar a los demás, se hicieron realidad: un reino lleno de alegría y amistad, donde todos eran bienvenidos.
Fizz y Luz, juntos, habían descubierto que la verdadera magia no estaba en los objetos, sino en el amor y la bondad que llevamos dentro. Desde entonces, cada arco iris era un recordatorio de su aventura y de cómo un corazón valiente puede cambiar el mundo.
FIN.