El hechizo del malvado brujo
Había una vez en un lejano reino, una princesa llamada Ana que vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines y bosques encantados.
La princesa Ana era conocida por su valentía y bondad, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, la princesa Ana escuchó unos gritos desesperados provenientes de un pequeño agujero en el suelo. Se acercó con curiosidad y descubrió a un ratón atrapado entre unas ramas.
"¡Ayúdame, por favor! ¡No puedo salir de aquí!", suplicaba el ratón. La princesa Ana no dudó ni un segundo y con cuidado liberó al ratón de su aprieto.
El pequeño roedor, agradecido, le dijo:"¡Muchas gracias, noble princesa! Soy Mateo, el valiente ratón explorador. Te debo mi vida". La princesa sonrió y le respondió: "Es un honor poder ayudarte, Mateo. ¿Cómo llegaste hasta aquí?". Mateo explicó que estaba buscando aventuras cuando cayó accidentalmente en ese agujero.
La princesa Ana quedó impresionada por la valentía del ratón y decidió invitarlo a quedarse en el castillo como su invitado especial. Los días pasaron y la amistad entre la princesa Ana y Mateo creció cada vez más fuerte.
Juntos exploraban los rincones más secretos del castillo y compartían risas y enseñanzas. Un día, recibieron la noticia de que un malvado brujo había lanzado un hechizo sobre el reino, sumiéndolo en la oscuridad.
La gente estaba asustada y necesitaba ayuda para romper el maleficio. La princesa Ana sabía que era momento de actuar e ideó un plan para derrotar al brujo.
Con la valentía de Mateo a su lado, se adentraron en lo más profundo del bosque encantado donde se escondía el malvado brujo. Después de superar numerosos obstáculos y desafíos peligrosos, finalmente llegaron ante el brujo.
Este intentó detenerlos con sus poderes oscuros, pero la valentía y determinación de la princesa Ana junto con la astucia e inteligencia de Mateo lograron vencerlo. El hechizo fue roto y la luz volvió al reino. La gente celebraba feliz mientras aclamaban a su valiente princesa y al intrépido ratón que habían salvado al reino entero.
Desde ese día en adelante, la amistad entre la princesa Ana y Mateo se convirtió en una leyenda contada por generaciones.
Ambos demostraron que no importa cuán pequeños o grandes seamos, siempre podemos hacer grandes cosas si tenemos coraje y confianza en nosotros mismos.
FIN.