El helado de invierno




En un pequeño pueblo rodeado de montañas vivía una niña llamada Lola. A Lola le encantaban los helados, pero siempre pensó que solo se podían comer en verano.

Un día de invierno, Lola salió a jugar en la nieve con su amigo Mateo. Estaban construyendo un muñeco de nieve cuando escucharon una música alegre. Se acercaron curiosos y descubrieron que era el carrito de Don Nicolás, el heladero del pueblo.

- ¡Hola niños! ¿Les gustaría probar uno de mis deliciosos helados de invierno? - les preguntó Don Nicolás con una sonrisa. Lola y Mateo se miraron sorprendidos. Nunca habían escuchado sobre los helados de invierno. -¿Helados de invierno? - preguntó Lola. -Sí, son especiales para los días fríos.

Tienen sabores como chocolate caliente, galleta de jengibre y frutos del bosque. ¡Son muy ricos y te ayudan a mantener caliente en el invierno! - explicó Don Nicolás. Los ojos de Lola y Mateo brillaron de emoción.

Decidieron probar los helados de invierno y quedaron encantados con los sabores. Desde ese día, Lola aprendió que los helados no solo eran para el verano, sino que también podían disfrutarse en invierno.

Ella y Mateo visitaban a Don Nicolás regularmente para saborear los deliciosos helados de invierno, compartiendo risas y diversión. Y así, en el tranquilo pueblo de montaña, los niños descubrieron el mágico sabor de los helados de invierno, llenando sus corazones de alegría y calidez, incluso en los días más fríos.

FIN.

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